El drama de los heridos de Uribana

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Otro motín, otra riña y más sangre derramada dentro del Centro Penitenciario de Centroccidente, también se sintió dentro y fuera de la emergencia del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda.

El drama comienza desde que los familiares de los presos de la cárcel de Uribana, como mejor se le conoce, son avisados de los tiroteos dentro de la prisión y corren a las afueras de la emergencia del Hospital o de la morgue.
Pero esta angustia también se traslada a los pacientes que antes del motín permanecen en las camas del servicio de emergencia, y sus familiares.
“Apenas supieron que venían los de Uribana, nos sacaron. No es justo. Ellos deben ser atendidos, pero nuestros familiares no pueden quedar en segundo plano por culpa de ellos”, mencionó Carmen Sánchez, cuyo esposo ameritaba una operación de urgencia.
Al unísono se quejaban muchos porque estaban cambiando de ropa a sus seres queridos, colaborando con la respiración artificial que algunos deben tener o llevando las medicinas que les habían solicitado, pero sin darles tiempo o razones los sacaron.
“No es justo que, por culpa de los presos, nuestros familiares, personas trabajadores los dejen a un lado”, declaró Marcos Gómez.
Entre los murmullos se les escuchaba decir que adentro ya no habían camas, más bien los pacientes estaban en camillas y sillas de ruedas, por lo cual el colapso fue mayor con la entrada de los heridos de Uribana.
Otro familiar mencionó que debe ir a diario a llevar a su suegra, quien sufre de cirrosis hepática y tiene cáncer en los huesos.
“Los dolores son muy fuertes y siempre nos dicen que nos la llevemos a la casa, pero ella está muy mal. Ya llevamos 15 días en esto”, precisó María Rosales.
Otra persona mencionó que consideraba inadmisible que no les dejaran pasar ni siquiera los medicamentos que necesitaban los pacientes.
“Aquí nos piden hasta la anestesia, pero ahora nos quedamos afuera sin saber cómo está nuestro familiar y por culpa de esta situación, lo dejaron de atender”, indicó Sabrina González.
Por su parte, David Pérez, dijo que tenía a su padre desde las 2:00 de la madrugada en la emergencia por una baja de tensión.
“Allí estaba un viejito en una silla de ruedas, y él mismo tenía que sostenerse el suero porque no hay camas ni suficiente personal”, dijo.
Estas y otras historias fueron contadas por ciudadanos desesperados a las afueras de la emergencia, mientras todos se preguntan: ¿Hasta cuándo seguirá pasando esta situación?

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Foto: Simón Alberto Orellana

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