“¡Qué injusticia!”, clamaba Cristiano Ronaldo al cielo de Donetsk tras caer eliminado de la Eurocopa 2012. De nuevo una tanda de penaltis, como le ocurrió dos meses antes con el Real Madrid en la Liga de Campeones, había sepultado su sueño.
CR7 se quedaba otra vez a las puertas y, desconsolado, buscaba una explicación mientras sus compañeros madridistas españoles festejaban un nuevo pase a la final, Pepe felicitaba a Iker Casillas y Fabio Coentrao, el otro luso del conjunto blanco, lloraba desconsolado.
Para Cristiano Ronaldo era esta una ocasión muy especial. Tenía en su fuero interno la espina clavada de la final de 2004, cuando en casa, con el estadio de La Luz lisboeta como aliado y todo un país empujando, se le escapó entre los dedos el título en beneficio de la sorprendente campeona, Grecia.
La consecución de la Liga con el Real Madrid queda ya muy lejos. La gloria alcanzada en el torneo doméstico se antoja escaso botín para la ambición desaforada del que quiere discutir a Leo Messi la condición de mejor futbolista del mundo.
El pasado 25 de abril Manuel Neuer le arrebató el sueño continental. Tras una eliminatoria sumamente igualada, con la final del Arena de Múnich a las puertas, el meta alemán fue clave en la eliminación de CR7 y su Real Madrid.
La confrontación se tuvo que resolver en la lotería de los penaltis. Cristiano Ronaldo había sido infalible. Doce dianas desde el punto fatídico en la Liga jalonaban su trayectoria en la Liga 2012/13.
El joven portero germano, en cambio, se cruzó en su camino. El portugués lanzó abajo y a su izquierda, a la derecha de Neuer, que adivinó el lanzamiento y comenzó el principio del fin del sueño de la ‘Décima’ del Real Madrid.
Aunque Iker Casillas estuvo muy acertado también, los posteriores errores del brasileño Kaka y de Sergio Ramos supusieron la despedida del cuadro de Jose Mourinho.
La Eurocopa le dio una nueva oportunidad de gloria a Cristiano Ronaldo. La estrella de Madeira sabe que no pasa indiferente nunca. En Polonia y Ucrania tenía una oportunidad de primer orden para relanzar su candidatura al Balón de Oro.
Y el capitán portugués asumió rápidamente su protagonismo para convertirse en una de las figuras del torneo y llevar al conjunto de Paulo Bento a disputar la semifinal contra España.
Un nuevo duelo ibérico hacia la historia. En el Mundial de Sudáfrica 2010 un gol de David Villa sentenció la confrontación en los octavos de final. Cristiano Ronaldo pasó sin pena ni gloria en aquel encuentro y salió más que disgustado.
En Donetsk el delantero madridista tuvo un par de opciones, pero sus disparos no encontraron la portería de Iker Casillas. Como tampoco los lanzamientos de falta que dispuso.
Portugal supo desactivar el juego combinativo español durante noventa minutos. En la prórroga fue otra historia y el conjunto de Vicente del Bosque fue mejor y pudo sentenciar, sin éxito, con lo que CR7 se enfrentaba, como sus compañeros madridistas, a una nueva tanda de penaltis en busca de la gloria.
En el Bernabéu fue el primero en lanzar. En el Donbass Arena no pudo ni siquiera disparar. Fue elegido para tirar el último de su equipo y no tuvo opción porque el fallo previo de Bruno Alves y el acierto final de Cesc Fábregas dejó el marcador en un inalcanzable 2-4 para España, que se metía en una nueva final para mantener su sueño de revalidar el título.
A Cristiano Ronaldo no le quedó más remedio que seguir la tanda como elemento pasivo. Impotente, se quedó sin lanzar y frustrado, miró al cielo y lamentó la ‘injusticia’ de la eliminación.
Álvaro Arbeloa le había secado durante los 120 minutos de partido y prórroga y fue de los primeros en ir a consolar a su compañero, cuya mirada al cielo y su lamento quedará como punto final a un sueño truncado.