Un concierto apoteósico ofreció la banda estadounidense The Smashing Pumpkins, cuyos virtuosos integrantes se presentaron por primera vez en Venezuela, específicamente en el CIEC de la Universidad Metropolitana de Caracas.
Esta presentación se ofrece en el marco del cierre de la campaña Comparte tu legado, Tiempo para Compartir de Buchanan’s, destinado a ayudar a comunidades de escasos recursos de Latinoamérica.
Fue una fiesta privada que organizó el whisky escocés para los dos mil voluntarios que regalaron cuatro horas de su tiempo a una hermosa labor social. Al evento no asistieron todos los participantes, pero quienes se acercaron al recinto -muchos sin conocer el grupo- se llevaron una grata sorpresa ante el talento de la banda, la producción del show y la atención de los anfitriones.
A las afueras de la carpa, muchos fanáticos que no se enteraron de la actividad de la empresa, morían por una entrada, pero sólo los que participaron tuvieron el privilegio.
<strong>Se lucieron</strong>
A las 10:30 p.m. llegó el cuarteto, proveniente de Chicago, para hacer estremecer el escenario con un repertorio que rememoró diferentes épocas de historia musical. El estruendo de sus notas, la versatilidad con sus instrumentos y su energía contagiaron de entusiasmo a los presentes. En esta fiesta no faltaba nada.
El sonido no fue el mejor aliado para Billy Corgan en la guitarra y voz, Mike Byrne en la batería, Nicole Fiorentino en el bajo y Jeff Schroeder en la guitarra, pero como todos unos “verdugos”, defendieron su actuación de forma impecable.
Los que sí eran seguidores de la banda, y estaban frente a sus ídolos, estaban extasiados y cantaron al unísono todos sus temas durante hora y media de espectáculo.
Comenzaron su recorrido con el tema Black diamond, un cover de Kiss y cerraron a la medianoche con X.Y.U. No pudieron faltar clásicos como 1979, Tonight, Tonight, Perfect, Ava Adore, The Everlasting Gaze, Zero y Today.
<strong>Talento nato</strong>
Corgan no conversó mucho con los asistentes. Vino a lo que vino: a descargar su instrumento sin compasión y hacer retumbar las paredes con su virtuosismo.
Toda esta explosión musical cobró vida sobre un escenario impactante, con llamativos juegos de luces.
El sonido fue mejorando y la fuerza de la banda crecía cada vez más. El público se deleitaba con buena música, sin incomodidades, ni apretujones. De esa forma, era testigo de la actuación de una de las mejores bandas de rock alternativo.
Los fanáticos exclamaron “¡Que concierto tan brutal!”, y anonadados observaron el talento del cuarteto, cuyos integrantes casi no hablaron, pero lograron comunicar todo su ímpetu con una música de forma excepcional.
Luego de decir adiós a los artistas, la fiesta continuó. El escocés siguió rondando el gran salón.
