Cuando las contingencias del Mundo amenazan la paz que necesitamos para sincronizarnos con las energías positivas del universo debemos apelar a los guías, presentes o inmanentes, y buscar los equilibrios entre nuestras esencias particulares y las manifestaciones fenomenológicas circundantes.
Los guías son canales luminosos que pueden transportarnos a niveles superiores de armonía donde desaparecen las urgencias de los apetitos y podemos permanecer como formas codificadas de interrelación sin involucrar nuestro Ser en el proceso de intercambios fenoménicos.
Cada Religión tiene sus propios sistemas y guías que facilitan estos procesos espirituales hacia la Paz. Nosotros los católicos tenemos a los Santos, quienes por su vida heroica al servicio de la superación social y moral del humano, se han constituido en canales para ascender a esa totalidad que nosotros llamamos Dios. El gran Santo del Siglo 20 ha sido para muchos, incluyendo a mi esposa Yoly, el Padre Pio, nacido con el nombre de Francesco Forgione y quien amó tanto a Jesús-Dios que al igual que San Francisco de Asís recibió en su cuerpo los estigmas del Nazareno.
Una de las oraciones más conocidas del Padre Pio es la que solicita Quédate Señor Conmigo, expresando con humildad la debilidad humana que tenemos frente al asedio mundano y la necesidad de estar permanentemente asistidos por una fuerza de fe que nos dé constancia y firmeza en los íntimos propósitos de ascender a niveles superiores de armonía.
Precisamente en este mes de Junio se cumplen 10 años de la canonización del Padre Pio por parte del Vaticano, aunque como en el caso venezolano de José Gregorio Hernández, con mucho tiempo de antelación el pueblo ya lo había hecho Santo. Es así propicia esta fecha para que los católicos de todo el mundo repitamos su oración Quédate Señor Conmigo y depongamos posiciones que impidan la realización de las instrucciones de nuestro principal guía y camino que es Jesús.
Pero nuestra oración tiene que estar despojada de los embates contenidos en actitudes posesivas, sino centrada en el logro de la paz interior. Lograda esta condición de equilibrio nos toca observar nuestros entornos con ojos de Niño para ubicar a quienes dentro de nuestra vida cotidiana puedan favorecer el que nos mantengamos conectados con las energías benefactoras, porque influenciados por los paradigmas convencionales sobre la santidad uno ubica a las personas con excelsas virtudes en el área de los hombres y mujeres con sotana, célibes y con voto de pobreza, olvidando enseñanzas de Jesucristo y Buda, quienes con sabiduría luminosa nos legaron el conocimiento donde se indica que es la renuncia al mundo de las ambiciones y los deseos materialistas los que conducen a esta vacuidad donde el espíritu domina las sensaciones y deseos corporales. Ya que son el pecado o el karma los estados de conciencia donde el alma se concentra en temporalidades y se conduce por laberintos donde solamente existen sombras, en una ceguera que Platón describió perfectamente cuando nos hablo de la imposibilidad humana de conocer los auténticos valores de la existencia. Problema que resuelven los místicos orientales porque para ellos el conocimiento no es razonamiento sino fusión con las energías cósmicas, ese estado de gracia que los cristianos logran mediante la oración sincera donde la lengua es simplemente una extensión del alma. Por ello si pudiésemos tomarle una foto Kirlian a un monje hindú repitiendo un mantra y a una monjita católica rezando un trisagio, con toda seguridad veríamos el mismo espectro de luz, ya que ambos logran el mismo objetivo de adentrarse en el amor total que genera el espíritu al desvincularse de los miedos humano-temporales.
Quédate Señor Conmigo es una oración sencilla mediante la cual podemos resolver sin acudir a procesos complicados de introspección nuestra necesidad de paz, pero debemos repetirla en silencio de forma constante como lo enseña el Peregrino Ruso. Quédate Señor Conmigo para que con tu sangre sobre nosotros nos protejas de la maldad satánica que amenaza nuestra existencia. Quédate Señor Conmigo y que el Padre Pio con su inmanencia celestial pueda responder con su bondad infinita a los ruegos de millones de seres humanos que lo veneran como un canal que los conduzca a tu presencia, Quédate Señor Conmigo.
Quédate Señor Conmigo
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