El país donde enamorarse es una declaración de guerra

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En India, donde la mayoría de los matrimonios son arreglados por los padres con parejas de la misma religión o casta, aún muchos consideran que «amor» es una palabra sucia.

Pero un grupo de «Comandos del Amor» está tratando de proteger a los alcanzados por la flecha de Cupido.

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Rajveer Singh es un guapo joven de 23 años. Tiene unos ojos grandes y sinceros, y un flequillo que cae sobre su frente. Es fornido, tranquilo y reflexivo.

Cuando Rajveer tenía 12 años, una nueva familia se mudó a su edificio, a la casa de enfrente a la suya. Cuando vio a Madhuri por primera vez, ella tenía 14 y él se enamoró al instante. «Pensé ‘esta es la chica con la que me quiero casar’. Tenía una sonrisa hermosa y traviesa, y sabía que ella cuidaría de mí».

Madhuri, una joven pequeña, de ojos relucientes y sonrisa triunfadora, asegura que sintió lo mismo. Con el paso de los años, cuando Rajveer y Madhuri fueron a la escuela juntos y compartieron esperanzas y miedos, se enamoraron perdidamente el uno del otro.

Ya se imaginarán lo que pasa a continuación. Estamos en India, donde los padres pueden vetar un matrimonio con la misma frialdad que un científico de la Nasa revisa un transbordador espacial antes de su despegue.

El amor no es uno de los aspectos a considerar.

Así que cuando Rajveer y Madhuri le dijeron a sus familias que querían casarse, la respuesta fue un sonoro «no». Los familiares de Rajveer son Thakurs, es decir, terratenientes, mientras que la de Madhuri son Banias, o comerciantes. Aparentemente, esto es incompatible.

Pero no se inmutaron. Cuando la familia de Madhuri la llevó de vuelta a su pueblo de origen para comprometerla forzosamente con otro chico más adecuado, Rajveer ideó un plan. Llamó a los Comandos del Amor.

Sin rosas ni espadas

Quizás usted se los esté imaginando como altos caballeros, armados con espadas y portando una rosa. Nada más lejos de la realidad. Se trata de un grupo de empresarios y periodistas entrados en edad, los Comandos del Amor surgieron hace diez años como un movimiento para proteger a los amantes del acoso de extremistas hindúes y musulmanes.

Uno de sus cofundadores, Sanjoy Sachdeva, es un gacetillero canoso y arrugado al que conocí en persona tras una serie de llamadas telefónicas. «Ven al Cine Imperial. Ven sola. Uno de mis comandos se encontrará contigo».

En un callejón lleno de moscas de Paharganj, cerca de la estación de trenes de Nueva Delhi, donde los mochileros beben jugo de frutas y tripas de televisores yacen en el suelo para ser reparadas, conocí a Sanjoy en uno de los refugios secretos de los Comandos del Amor.

Tenía todo el encanto de un armario de escobas, pero en India, donde enamorarse es un acto social y políticamente provocativo, un armario de escobas seguro puede ser muy útil.

Sanjoy me explicó que la imagen de un comando es central para la forma en que operan él y sus colegas. Los amantes indios necesitan protección y creer que la recibirán.

Madhuri consiguió escapar de la casa de sus familiares en el pueblo, y se encontró con Rajveer en la estación de trenes, sabiendo que tendrían un refugio garantizado de vuelta en Delhi.

Esa misma noche, llegaron al refugio de los Comandos del Amor y se encontraron flores, ropas y algunas joyas sencillas para Madhuri. Aun más importante, se encontraron sonrisas de apoyo y buenos deseos.

En cuestión de horas eran marido y mujer.

Trabajo costoso

Sobre el papel parece una variante de la historia de Romeo y Julieta, o de su equivalente oriental Laila y Majnu, pero en realidad, rescatar a los amantes es caro y difícil. Solo en Delhi, el costo mensual de las operaciones de los Comandos asciende a US$5.000.

Después de pontificar sobre el amor mientras se fuma un cigarrillo, Sanjoy fija sus ojos verdes en mí y dice quejosamente: «Necesitamos dinero. Estamos arruinados. Nuestros amigos están arruinados. No estoy seguro de cuánto tiempo podemos seguir así».

Aún así, él y sus Comandos creen fervientemente que la única manera de cambiar el sistema de castas de la sociedad india es a través de matrimonios basados en el amor. Esperan que los hijos de esas uniones sean más libres e iguales.

Pero si la historia de Rajveer y Madhuri puede servir de barómetro, el cambio llegará de forma reticente y violenta.

El año pasado, después de que la pareja se atreviera a volver a su antiguo barrio, Rajveer fue asaltado a punta de navaja por cuatro hombres. Le condujeron a un lugar apartado, le ataron y le golpearon severamente hasta abandonarlo, pensando que había muerto.

Al principio la policía se negó a actuar. Con la ayuda de los Comandos, finalmente presentaron una denuncia. Nadie ha sido acusado. Madhuri está convencida de que su propia familia está involucrada.

Recientemente, alguien tiró una pila de ladrillos sobre su cama de matrimonio a través de un techo compartido. Afortunadamente, no dormían sobre ella en ese momento.

Según Unicef, cerca del 40% de los más de 1.000 millones de habitantes de India tiene menos de 18 años. Enamorarse aquí no es fácil, pero cada vez más parejas eligen enfrentarse a las consecuencias. Para los Comandos, el amor es la guerra.

Y mientras se lo puedan permitir, no tienen intención de rendirse de modo pacífico.

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