«El sobrao» que dirige la secta que nos desgobierna exige del candidato de la Alternativa Democrática la «profundidad y altura», como la que él despliega en cada una de sus sorpresivas apariciones públicas. El candidato del continuismo desea confrontar con alguien de la oposición que le llague por los tobillos en decoro, coherencia y sapiencia: «Tráiganme al Conde del Guácharo, a Joselo», ha espetado con la arrogancia que le caracteriza. No cualquier hijo de vecina, pues, puede enfrentársele en los próximos comicios, por lo cual ha elaborado múltiples baremos para medir el nivel de preparación de su adversario.
El solo hecho de que a un venezolano se le haya ocurrido disputarle la presidencia al «gran timonel», es considerado un delito que él no acepta ni perdona. Lo pagará caro como Manuel Rosales, obligado a irse del país, so pena de ser confinado a las mazmorras patrias, contiguas a las discotecas y galleras del MinPoPo de servicios penitenciarios, donde reina Iris: multiplicadora de Pranes y «borradora» de prontuarios y antecedentes penales.
Cualquier adversario, entonces, debe someterse a todos los baremos, que cada uno de los genios del régimen han pergeñado para evaluarlo o joderlo. El instrumento que aplica al contrincante ha sido afinado al extremo por la esclavitud fidelista aposentada en Miraflores, y por cierta «izquierda caviar» europea – muy bien tarifada – que ni una combinación de Gandhi con Mandela calzaría los puntos para sustituir al comandante-paciente. Imagínense superarlo en inseguridad, vialidad, vivienda o infraestructura carcelaria. Nadie puede, la vara es demasiada alta.
Y que decir de la eficacia en Educación. No tiene parangones lo alcanzado en la aldeización de universidades a aldeas. El logro es como del cielo a la tierra. Quién se atreve a replicar frente a esa Harvard tropical, como es la universidad bolivariana o la unefa. Son verdaderos paradigmas a los que la educación occidental y hasta la oriental sólo les queda emular.
En salud no hay quien lo iguale. De hospitales como el Antonio María Pineda o Ascardio pasamos a los Módulos de Barrio Adentro. No hay punto de comparación, en especial si pensamos en lo que avanzó la medicina cubana, que es un logro de los petrodólares venezolanos.
La eficacia eléctrica es, a todas luces, lo mejor del verborrágico presidente saliente. Nunca se había producido tal ahorro en megavatios, kilovatios y sus similares. La línea maestra – antes Alí Rodríguez y ahora de Héctor Navarro – tiene que ver con economizar a fin de contar con depósitos eléctricos que garanticen luz permanente al socialismo del siglo XXI. Los apagones son parte del aprendizaje, que nos llevan hacia el objetivo final del régimen cual es instaurar el modelo castrocomunista entre nosotros.
En materia de soberanía alimentaria nadie en el mundo mundial se le acerca a lo conseguido por la «revolución». ¿Cuánto ha gastado PDVSA en comida? Ha gastado tanto que ha fortalecido las economías de: Colombia, Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, China y hasta Bielorrusia. ¡No es poca cosa, señores! Aquí en la patria ha engordado las cuentas bancarias de los camaradas importadores y también de quienes perforan los huecos para enterrar los millones de toneladas de alimentos podridos. Ha creado nuevos empleos, ¿O no?
Luego, quién puede discutir la eficacia de su mandarria para acabar con los burguesitos de las empresas privadas en Catia. Nadie puede discutirlo. Los resultados están a la vista: el Estado es dueño de todo y los «explotadores del hombre por el hombre» están arrinconados, otros presos y muchos se fueron de este paraíso socialista.
La inseguridad nunca estuvo mejor. Es omnipresente como el «salvador del planeta» que convalece en palacio. Armada hasta los dientes, se encuentra en todas partes, en inseguridad el balance es muerte al por mayor. Tanto, que en uno de los últimos arrebatos más surrealistas de esta etapa oncológica, es la creación de la Misión «¡A toda vida Venezuela!». Hasta el nombre es un desvarío, porque se trata de indemnizar a los familiares de los asesinados en medio de la orgía de sangre y fuego en la que sobrevivimos en esta silueta de país que nos va quedando. Para recibir los bolívares devaluados solo tiene que probarse que la agresión fue intencionada. Imposible superar tanta eficacia.
Con razón «El sobrao», no debate, no discute, no confronta con ninguno que tenga cédula venezolana. Enclaustrado en palacio, monologa la mayor parte del tiempo. Su verborragia la derrama cuando tiene enfrente micrófonos y cámaras, que usa para insultar, descalificar, humillar, despotricar, agredir, atropellar. Adereza con chistes malos y repetidos. Después de las cadenas, sumisamente, llama a Fidel con quien si dialoga u escucha durante horas. Pero Castro tiene cédula cubana. Allí está el detalle.