Apenas habían transcurrido cuatro años del derrocamiento del dictador militar Marcos Pérez Jiménez. La incipiente democracia enfrentaba el acoso de elementos muy violentos. El 24 de junio de 1960, a las 9:30 de la mañana, una bomba en un auto estacionado estalló al paso de la caravana presidencial que se dirigía al Paseo Los Ilustres en Caracas con motivo de otro aniversario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército. El atentado mató al jefe de la Casa Militar, Coronel Ramón Armas Pérez, y provocó quemaduras severas y deformación del rostro al Presidente Rómulo Betancourt. El vehículo presidencial quedó destrozado. El 2 de junio de 1962 en la cercana ciudad de Puerto Cabello ocurrió un alzamiento militar contra el gobierno de Betancourt con saldo de más de 100 muertos.
Tres meses después de ese hecho sangriento, ajenos a la situación nacional, desde diferentes puntos de Barquisimeto convergieron en la vieja escuela «Ramón Gualdrón», situada en la carretera Panamericana, cerca del Hospital Central «Antonio María Pineda», varios jovencitos que se sacudían la rutina de la escuela primaria y comenzaban a estudiar bachillerato.
Allí en esa vieja escuela funcionaba por las tardes el incipiente Liceo «Rafael Villavicencio» que luego pasó a un local frente a la plaza La Mora, luego a otro más amplio frente al Parque Ayacucho, hasta que en 1965 estrenó sede propia en las cercanías de El Obelisco.
El liceo comenzó a funcionar en 1961. En 1962 todavía no había abierto segundo año, el grupo inicial debió emigrar a otros liceos. Muchos de los que arrancamos en 1962 y soportamos incomodidades y mudanzas, nos convertimos en 1967 en integrantes de su Primera Promoción.
Cincuenta años después, frente a un país dividido social y políticamente, vale la pena destacar que en Barquisimeto se reúne parte de ese grupo que comenzó a conocerse en 1962, convivió y compartió aulas y penurias hasta 1967.
Es oportuno recordar que pocos años después, el Liceo «Rafael Villavicencio» destacó no sólo por sus atletas, sino por sus protestas encabezadas por muchachos ligados al Partico Comunista de Venezuela (PCV) y al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Sin embargo, el entonces gobernador del estado Lara, dirigente del partido Acción Democrática (AD), Miguel Romero Antoni, no tuvo problemas en apadrinar esa promoción de bachilleres.
De esa promoción se concretaron, a vuelo de pájaro, 20 docentes, 9 médicos, 3 veterinarios, 2 odontólogos, 6 ingenieros, 3 militares, algunos farmaceutas, administradores, contadores, nutricionistas y periodistas.
Por lo menos nos vemos una vez al año y algunos tienen que hacer largos recorridos desde el exterior para intercambiar opiniones y compartir bebidas, comidas y recuerdos.
Obligado destacar a Alberto «Beto» Marchán, quien integraba el equipo juvenil de pista y campo que representó varias veces a Venezuela en 100 – 200 metros libres y el relevo 4X100. El equipo del liceo de uniforme verde, integrado por Marchán, Freddy Godoy, Freddy Domínguez, Rafael Oirdobro y quien escribe esto, desplazó en atletismo al Mario Briceño Iragorri y al Lisandro Alvarado. También superó a esos estudiantados en cuanto a rebeldía izquierdista. En esas lides recordamos a Francisco Perozo, Manolo Luckert y otra vez el autor de esta nota, quienes integrábamos el Centro de Estudiantes.
Entre los que están en el exterior no podemos olvidar a la novia del liceo, Claudia Nieto, quien se desempeña como ingeniero petrolero.
En este 2012 los integrantes de la primera promoción del Liceo «Rafael Villavicencio» tenemos mucho para celebrar, pero también para preocuparnos por el deterioro de la educación en Venezuela, un tema sobre el cual estamos buscando cómo aportar más.