Desde la época gloriosa de la formación del estado, una inmodificable inspiración pacifista preside los destinos de la nación y tan notoria y significativa circunstancia, refrenda una política reiterada y continua. En la primera Carta Magna que adopta la Republica Central, sobre sale ese lineamiento, concebido enfáticamente en estos términos muy perceptibles: «conservar la paz pública», que en todas las Cartas anteriores se han mantenido y siendo la vigente de 1.999, donde alcanza mayor amplitud y rotundidad tan representativa actividad. De donde, se deduce, que todas las funciones inherentes al Estado, deben ser promovidas con un propósito permanente de paz.
Por esa ínsita caracterización y predominio a un fiel acatamiento de la paz, recibimos con bastante asombro, el mensaje y anuncios del Presidente de la Republica Comandante Hugo Chávez Frías, dirigido a la Fuerza Armada y al publico estante y distante, que por los pormenores que encierra y efectos ulteriores, deja en el ánimo de todos una impresión ligada al anuncio de la carrera armamentista en el país, pues se da noticia de medidas emprendidas por el Estado sobre equipo súper técnico para adquirir y fabricar en la más moderna dotación en calidad y potencialidad que elevarán la capacidad y fortaleza de nuestro ejército, sobre todo y ello la razón del asombro, por vivir la Republica una etapa de plena y fecunda paz.
Pero, no resulta en vano este poderoso sentimiento de asombro, pues nos enteramos por la prensa nacional, que dos eminentes venezolanos, inmediatamente, se hacen eco de sus temores y fijan su posición, razonada y técnica sobre tan significativo asunto. El General Gonzalo García Ordoñez, ex Comandante del Cufan, por la experiencia vivida y su calificación de militar institucionalista, es vocero autorizado de este asunto y recuerda datos de interés, sobre el empeño y medidas precursoras, signo de interés y mejoramiento, hasta configurar una disciplina coordinadora «tropicalización del armamento» y cita como ese núcleo inicial, al actual Ministro de la Defensa, de modo que no todo era desorden y atraso. Citando al Eclesiastés refrendamos que «nada nuevo existe bajo el sol».
La doctora Roció San Miguel, notable jurista, especialista en Derecho Militar, es muy cautelosa, en formular juicio, pues lo que diga, tiene derecho a despertar muy certera opinión. Sin embargo, la agobia el alto costo de la inversión de ese armamento ultra moderno y manifestó que ese elevado desembolso de presupuesto del erario nacional, mejor puede invertirse en edificación de viviendas para personal de la F.A. Los costos abruman y las necesidades apremiantes merecen solucionarse con premiosa urgencia.
En la cadena de deficis que oprime al país, insistir en una programación armamentista, no es lo más indispensable ni adecuado que nos impone el desarrollo integral y coherente. Es suficiente pensar en el estado de deterioro que constriñe el porvenir y el estado de ruina de un sector tan importante como la agricultura. Señalan las estadísticas que el 70% de los alimentos son importados, situación que impone una transformación a fondo del aparato productivo. Suplir este requerimiento impostergable, es prioridad inaplazable.
El proceso electoral en marcha, es un debate cívico que indica no ser ésta la mejor oportunidad para un plan armamentista, ni cuando los espíritus están en las mejores posiciones de acuerdo y de tolerancia para conciliar y darle apoyo y respaldo a tal idea.
También esta circunstancia, puede dar lugar a debates que enardecen los ánimos. Corrientes de opinión, pueden sostener, que el gobierno puede sacar provecho del proyecto que motoriza y que el plan armamentista siembra intimidación y asombro en el alma popular, capaces de entorpecer el debate electoral, menoscabar su pureza y crear elementos capaces de intervenir en su diafanidad y pulcritud, y con estos desplantes favorecerse electoralmente, confundiendo la opinión su política de vigilancia y defensa de la pulcritud de voto.
Lo mejor que puede hacer el gobierno contribuir por todos los medios posibles a realizar su plan de desarrollo y mantener un comportamiento oficial en todo cuanto tienda a que el proceso electoral se mantenga dentro de estrictos cánones de pulcritud y transparencia y un respeto absoluto por los Derechos Humanos. No debemos sacar beneficios de las aguas turbias. Es preferible ser cabeza de ratón que cola de león.