Leer sus historias de amor y desamor, en medio de los principios y valores que profesa, parece extraño en pleno siglo XXI. Saberla virgen de carne y espíritu, pareciera no contrastar con su escultural imagen de miss, pero escucharla hablar deja una prolongada reflexión.
Vivian Sleiman es una imponente venezolana – libanesa con estatura y medidas que apabullan a cualquiera, pero con la convicción de entregarse en cuerpo y alma al hombre que verdaderamente quiera darle algo más trascendental que la piel: su espíritu.
De sus vivencias decidió escribir un libro, Virgen a los treinta, que a menos de un año de su publicación se ha convertido en un best seller con ocho mil copias vendidas y que, sin duda, la ha vuelto aún más apetecible para el público masculino.
Por estos días ha hecho un alto en sus labores como directora de mercadeo de una conocida empresa productora capitalina, para visitar Barquisimeto, la primera ciudad de su gira junto al editorial Planeta, que decidió apostar a su arte como escritora.
El inicio de este periplo la trajo hasta EL IMPULSO, donde se mostró como lo que es. Una joven auténtica, alejada de pretensiones e incapaz de querer santificarse en sus líneas.
Exponer su vida al público
-Viene de una familia con valores y principios que poco se ven en la actualidad, ¿cómo tomaron en su casa el hecho de publicar su intimidad?
-Mi mamá fue la que más me apoyó desde un principio, me motivaba a escribir. Pero mis hermanos duraron dos semanas sin hablarme después del bautizo del libro, porque siempre he sido la niña reservada y era exponer mi vida en público.
-¿Qué la motivó a escribir Virgen a los treinta?
-Mi vida propia, todos los acontecimientos que estaba viviendo, la rabia que puedes sentir en muchos momentos. Me sentí frustrada como mujer, pero también es que muchas veces nos empeñamos en el hombre equivocado. He sentido que la mayoría
de las veces me han visto como un trofeo. Fue la rabia y el rescate de los valores perdidos en pleno siglo XXI.
Muy cerca de la entrega…
Profesional, inteligente y con las hormonas a flor de piel. Así es la mujer que estuvo cerca de entregarse por primera vez a los 30 años, poco antes de terminar la relación con quien hasta ese momento creía que era el amor de su vida.
“¡Claro que me he enamorado!”, dice Vivian Sleiman, quien recordó que una negativa y las constantes pruebas de amor que su último novio le pedía, la llevaron a darse cuenta de haber entregado su corazón a un espejismo.
“Cuando terminé esa relación y me di ese gran golpe, escuché esa voz que me dijo que ya estaba preparada para escribir mi primer libro, ese que quería hacer cuando cumpliera los 25 años. Fue mi mayor terapia”, reflexiona la escritora, quien además es locutora y hasta le da tiempo para impartir clases de spinning.
Aunque Virgen a los treinta es un verdadero paseo de emociones en las que incluso expone como protagonistas a personajes de la vida pública, para su autora, más allá de la fama o el dinero, importa la autenticidad.
En una sociedad acelerada
-En una época de embarazos en adolescentes y de jóvenes queriendo leer Virgen a los treinta, ¿cuál es su recomendación?
-¡Somos pioneros en Latinoamérica con embarazos precoces! No es una fórmula, lo que puedo aconsejar humildemente es que mediten, hay muchas formas de hacerlo, incluso quedándose en silencio. El placer espiritual no tiene comparación y genera un autocontrol muy importante en la vida.
-¿Ha pensado en crear o involucrarse en un trabajo social relacionado con sexualidad o planificación familiar?
-Desde el mes de enero estoy impartiendo charlas gratuitas en los colegios. Quiero conversar con niños, niñas y adolescentes sobre sexualidad y valores que los conviertan en personas libres, dignas y espirituales. Y haré esto sin cobrar nada a cambio, no quiero dinero por dar mi mensaje.
-¿Virgen a los 31?
-Soy virgen, sigo virgen. No lo quería decir porque uno tiene que ponerle algo de suspenso a esta historia, pero creo que la virginidad es integral, se trata de los valores que aprendes en casa.
La espigada fémina que incluso descartó la oportunidad de estar en el Miss Venezuela luego de que uno de los jurados quisiera llevarla a la cama, asegura que su decisión no ha sido cuestión de religión o raza, más bien de casa. “Si bien me criaron con unos valores distintos a la sociedad actual, nadie estuvo encima de mí diciéndome qué hacer. Pero sí, pienso y creo que los valores y la educación son fundamentales”, reflexiona.
Foto: Billy Castro
