El creciente número de usuarios del transporte público y la deficiente cantidad de unidades para prestar el servicio, ha ocasionado que la creatividad diga presente.
Especialmente en las llamadas «horas pico», cuando en puntos sensibles de la ciudad se observan grandes filas de personas en la cacería de un autobús o rapidito, es cuando mayor número de ideas surgen entre quienes tienen prisa por llegar a sus hogares y salir del atolladero de una ciudad donde abundan colas que hacen más agotadora la jornada.
Una de esas alternativas, muy populares con énfasis entre aquellos que viven en Cabudare, es parar un vehículo de alquiler (taxi), preguntar la tarifa de un viaje con ruta idéntica al de un rapidito y repartir la inversión a partes iguales entre los cuatro pasajeros que caben cómodos en la unidad.
Resulta un poco más costoso que abordar un carro de cinco puestos, pero los beneficios son un poco mayores. La comodidad está expresada en tapicería prácticamente intacta, seguridad debido a que no habrá intercambio de pasajeros y temperatura agradable por el aire acondicionado.
El acuerdo de abordar un taxi surge entre los mismos pasajeros que, sin conocerse, tienen en común las ganas de llegar pronto a casa, evitar tiempo prolongado en la parada del autobús, dar menor chance a los delincuentes y atender pronto su requerimiento de transporte.
«Yo vivo en La Mora y a mi salida del trabajo, a las seis de la tarde, la parada de la avenida Lara está caóticamente llena de pasajeros que bajan hacia las diferentes urbanizaciones de Cabudare. Hemos optado por agruparnos cuatro personas con ruta similar y pagar un carro expreso, lo malo es que este régimen hace que mi presupuesto se vea seriamente afectado», dijo Liliana Gutiérrez, trabajadora de una tienda de ropa del este de la ciudad.
También existe la modalidad de camionetas vans de condiciones óptimas de confort que ofrecen el mismo servicio. No necesariamente forman parte de una línea establecida de rapiditos, pero a efectos de los pasajeros y en el entendido del reducido número de unidades, el traslado es lo que importa.
Si un rapidito cuesta seis bolívares antes de las 6:00 de la tarde y en días de semana, un servicio semiejecutivo asciende a diez o doce bolívares por pasajero dependiendo del destino.
Lo descrito es un motivo más para que las autoridades municipales planifiquen a la brevedad políticas efectivas de transporte que atiendan a la ciudadanía.
Foto: Emanuele Sorge/Archivo