«Pedro Camejo actuó como oficial de caballería (teniente) del ejército de Venezuela en la Guerra de Independencia. El apodo de Negro Primero con el que se le conoce, se inspiró en su bravura y destreza en el manejo de la lanza. Fue esclavo de Vicente Alonzo, en Apure. Cuando tiene una breve conversación con El Libertador Simón Bolívar, y explica las razones que le llevaron a unirse a las filas del ejército republicano, respondió de manera sincera que había sido por codicia; pero que luego comprendió que la lucha tenía otros propósitos más elevados.» Venezuelatuya.com.
La gesta independentista y la grandeza de los hombres que la propulsaron, solo ha quedado para ser utilizada de acuerdo a los intereses políticos en el presente. La hipocresía que se percibe fácilmente al escuchar los discursos y alocuciones del parte del oficialismo y de la oposición, solo les sirve para captar la ingenuidad y la honestidad de un pueblo que no se sabe políticamente de quién es y que se expresa a través del voto. Por cuanto ambas tendencias, que se oponen una a la otra. Que batallan a muerte por ejercer o mantener el poder, lo que persiguen es eso. El voto.
El escritor venezolano Eduardo Blanco, en «Venezuela Heroica», narra el episodio cuando herido de gravedad, Camejo se presentó ante el general Páez, y, con voz desfalleciente le dijo: «Mi general, vengo a decirle adiós porque estoy muerto». Un acontecimiento, que todavía cuando lo pensamos, nos para los pelos de la piel a quienes gozamos de sensibilidad por los hechos históricos. El Negro Primero es emblema de la Batalla de Carabobo. Es la materialización humana del sentimiento patriota que crece en el corazón del hombre al ver las vicisitudes que vive su país. Imposible negar la sinceridad, la espontaneidad y la entrega de muchísima gente honesta por una causa, que sale de lo más profundo de sus entrañas. Pero que cierto tiempo después es suficiente, para que los políticos las frustren y los dejen sumidos en la más completa orfandad. Menos mal que Pedro Camejo no tuvo la desdicha de vivir las componendas y marramuncias que vinieron después de la gesta independentista, protagonizadas por sus superiores.
Cualquier político activo hoy día, seguramente vociferará que la batalla sigue. Que hoy más que nunca se libra por una nueva independencia, de la cual ellos son garantes, para formar una sociedad más justa. Pero todos sabemos, que esas promesas además de risibles, están cargadas de falsedad y mentiras. Lo sabemos, producto de la experiencia y la realidad histórica vivida y bien conocida. Donde no se equivocan, es en el hecho, que libramos una gran batalla. Y el marco histórico de referencia de ésta, no es la tierra, sino el mismo cielo. «Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él Apoc. 12: 7, 8,9.
Ese es el origen de todas las calamidades de este miserable planeta. A partir de este acontecimiento, nace la maldad, las mentiras y las falsedades. Esa es la esencia de una realidad, que si bien es cierto, el hombre natural busca soluciones hasta donde le alcanza su intelecto, nosotros sabemos que no llegarán nunca y por ello predicamos por un gobierno distinto por venir, encabezado por Dios, nuestro Señor Jesucristo. La verdad, no criticamos a quienes se embarcan en una empresa política que trabaja por traer generaciones de nuevos gobernantes. Eso es inevitable. Lo que tratamos de hacer, es que ese hombre natural voltee sus ojos hacia una esperanza sólida, verdadera, para que viva feliz y tenga paz genuina en esta tierra, mientras regresa El Señor.
A menudo encontramos burladores, quienes arguyen que ya han pasado más de 2000 años y Jesús no ha cumplido su promesa. Otros, están impacientes, turbados y confundidos, piensan que el Señor demora su regreso. Pero no es así. «El Señor no demora en cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que es paciente con nosotros, porque no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» 2Pedro.3:9. Por ello, Jesús no ha venido. Espera por ti. Que vayas a él, con arrepentimiento sincero y le entregues tu vida. !Hasta el martes, Dios mediante! Próximo título: «Las iglesias cristianas y las comunidades» «La esencia de la mujer es el fruto de su vientre. Su espíritu maternal proviene de Dios. La más grande creación de Dios son la madres.»