Para el año 2009, Jorge Arturo Figueroa Vargas vivía su vida como cualquier otro muchacho. Siempre trabajador, buscaba a diario el sustento para su familia, sobre todo en esos momentos, cuando nacía su pequeño hijo, quien sería la luz de sus ojos y el de toda su familia.
A pesar de no haber estudiado en la universidad y haberse graduado sólo de bachillerato, había aprendido muy bien el oficio de la albañilería y se desempeñaba en diferentes obras de construcción. Estaba en la plenitud de su existencia, cuando a los 22 años le fue arrebatada su vida.
Era muy atento y sonriente; su familia nunca le conoció malos pasos. La comunidad entera fue testigo del crecimiento de un muchacho emprendedor y humilde, unido a su familia y amigos de Barrio Unión, lugar donde creció y forjó grandes amistades.
Deportista y buen hermano
Era apasionado del fútbol desde muy pequeño y practicaba el deporte en las canchas de la zona. Venía de una familia de tres hermanas muy queridas, que lo recuerdan como el buen muchacho, pícaro y sonriente que siempre fue.
Su madre, Rosa Vargas, relató como Jorge era un muchacho de bien, muy trabajador, buen padre y atento con su familia. «Era muy cariñoso, siempre compartía con la familia, le gustaba el fútbol, la música y ayudaba en la albañilería. Tenía su hijo recién nacido y era muy buen padre».
Por su parte, Margaret Herretes, su hermana, contó cómo Jorge estaba siempre rodeado de amigos. La indignación que les causó ver la noticia en los medios impresos, donde lo describían como un maleante, aún les carcome el corazón.
«Recuerdo mucho su sonrisa pícara. Era muy alegre y muy atento. Para él su hijo era lo máximo. Era un muchacho como cualquier otro, en sus fiestas pero sano, trabajador. No era ningún maleante como lo colocaron en los medios. Al contrario, al enterarnos de su desaparición inundamos la ciudad de amigos y compañeros que lo querían y rezaban para que apareciera sano y salvo».
Un día antes de su inesperada partida terrenal, había planeado irse con un grupo de vecinos a disfrutar de la playa, un viaje que nunca logró llevarse a cabo.
Un calvario
El 17 de abril del año 2009, el haberse encontrado dentro de un taxi y otras tres personas, en el lugar y el momento equivocado, lo llevó a la muerte. Desde ese momento su familia inició una lucha constante por conseguir justicia para Jorge Arturo.
Tres años después del hecho, los asesinos del joven continúan en libertad, sin que reciban el merecido castigo por arrebatarle la vida a un joven que nunca estuvo involucrado en ninguna fechoría.
Su crimen tiene relación con el del joven Carlos Ladino y otras tres personas, quienes luego de ser presuntamente extorsionados por oficiales de la Comandancia de Fundalara, encontraron la muerte. Sus cuerpos, al igual que el de Jorge Arturo, fueron abandonados en diferentes sectores del estado Lara, sin embargo al final, luego de que la familia, con la ayuda de la fiscal 21, lograran atar los cabos sueltos, se encontraron la triste realidad de unos policías corruptos, que destrozaron la alegría de cuatro familias y a toda una comunidad.
Los dos funcionarios policiales fueron sentenciados a tres años y seis meses de prisión, pero los cargos por asesinato no fueron imputados, por ello el caso continúa sin resolución.
«Desde ese día vivimos un completo calvario. Nos convertimos en investigadores vecinos, amigos y toda la familia para encontrar los culpables del asesinato de mi hermano. Sabemos que algún día se hará justicia, algún testigo hablará y los asesinos por fin serán castigados. No perdemos las esperanzas, aunque eso no le devuelva la vida a Jorge Arturo», expresó la hermana de Jorge Arturo.
Mientras para su madre, la sentencia no satisfizo su sed de justicia. «Nosotros no vamos a desistir en nuestra lucha. Nos hemos unido al Comité de Víctimas y no descansaremos hasta que se haga justicia por mi hijo y los demás».
«Muchas veces los periódicos y la televisión, presentan cosas sin saber que la familia está allí, viendo y leyendo todo. Que la foto que publican es de tu familiar, de ese hermano que estás buscando. Pasamos días enteros buscándolo, con la esperanza de encontrarlo con vida, pero sabiendo que todos los demás se habían encontrado muertos. Leer en los periódicos que Jorge era un delincuente nos desgarraba el corazón, al igual que escuchar a la gente decir que era una mala persona, sin conocerlo».
Fotos: Jairo Nieto