La gestión académica auténtica, para transformar la esencia formativa de la universidad venezolana, en articulación armónica con el desarrollo humano integral sostenible de la sociedad en su conjunto y del país en específico, debe tener viabilidad, concebida como una gran diversidad de procesos gerenciales que inciden directamente en la posibilidad de asumir funciones y responsabilidades universitarias, es decir, el control oportuno y adecuado de la complejidad sistémica de los procesos implicados en el funcionamiento de la universidad, sobre la base de un plan estratégico de desarrollo; debe tener equidad, como la posibilidad que deben tener todos los sectores de la población, a acceder a la universidad para una formación profesional interdisciplinaria de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones, tomando en consideración sus capacidades y posibilidades reales; y debe tener calidad, la cual se manifiesta estratégicamente a través del desarrollo de una gestión académica eficiente y eficaz, la capacidad de autoevaluar permanentemente la excelencia de la formación impartida, y la cooperación e internacionalización.
La calidad de la educación universitaria, debe ser planteada en el ámbito cognoscitivo, y debe medirse en el marco de las respuestas oportunas y adecuadas a la realidad problemática estructural de la sociedad del conocimiento, así como a las necesidades de un país en vías de desarrollo, en el que están inmersas las instituciones universitarias de Venezuela. La calidad académica, es básicamente una resultante de ciertas circunstancias, y debe concebirse válidamente como un nivel de progreso del proceso universitario. La calidad es el constituyente cimental del proceso integral y sistemático de gestión universitaria en el siglo XXI. Ella abarca la formación profesional interdisciplinaria, la educación a nivel de postgrado, la investigación científica y tecnológica, y la vinculación con la sociedad y el país. En este proceso, debe tomarse en cuenta la evaluación y acreditación institucionales, así como la formación en valores, privilegiando el aprendizaje significativo innovador, las técnicas de trabajo en equipos, el aprender haciendo, la resolución de problemas de la realidad estructural del país, y formando al hombre como ser humano, en el contexto de un proyecto ético de vida.
La educación universitaria construye valores, conocimientos, habilidades profesionales y culturales, dando a la sociedad en conjunto y al país en particular una dimensión global, integral e histórica, en correspondencia congruente con el contexto en que se desarrolla y progresa. No se puede analizar e interpretar la calidad de la educación universitaria como un fin intrínseco, desintegrado de la inserción de la universidad en un contexto social determinado. Esa interrelación imprescindible entre calidad y pertinencia, es esencial para el abordaje de la gestión académica de la calidad de la educación universitaria, para responder creativamente con innovaciones, a un proceso sistemático de evaluación institucional, con propósitos de transformación integral de la universidad.
En Venezuela, se depende prácticamente del ingreso petrolero, lo cual permite la acumulación de poder y de la riqueza en quien controle ese ingreso. Generalmente, quien controle el ingreso petrolero, es quien controla el poder político y por ende la administración pública, con una mentalidad convencional. La universidad refleja esa realidad. Es una institución desigual socialmente hablando, no se ha transformado en coherencia con las orientaciones esenciales de la postmodernidad y aún prevalecen los anacronismos académicos, la mediocridad de actitudes, la obsolescencia en el pensamiento, las vacaciones colectivas alargadas, así como también lo académico es de menor importancia, que el incremento de los sueldos y salarios.
En el marco de esa realidad problemática, el financiamiento de las universidades depende de decisiones del gobierno de turno, el cual es quien controla el ingreso petrolero, pero las universidades no han logrado el autofinanciamiento relevante. Las políticas de gobierno, contra la meritocracia y la competitividad han disminuido la inequidad social, pero reducen la calidad de vida. Cuando una sociedad es más competitiva y más meritocrática, la desigualdad en el ingreso individual tiende a aumentar, porque actúan las diferencias en las variables individuales como el talento, la creatividad, la motivación hacia el logro, y por supuesto, el factor éxito que es la consecuencia de la naturaleza de las variables mencionadas.
Reflexiones Para Avanzar (III) – La Esencia Formativa De La Universidad
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