¿Se terminará el día del Padre?

Para recordar: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla…” (Génesis 2:28).
Hace poco escuché por la emisora 100.50 FM, de esta ciudad, una anécdota de un loro que decía malas palabras sin parar; gracias a su dueño. Pero, se convirtió en una “pesadilla” para el propietario. A todas estas, una vecina que tenía un loro que oraba y cantaba cantos religiosos, le propuso que se lo trajera, para ver si su loro lo mejoraba un poco. Al pasar un mes, el vecino pregunta sobre el progreso de su loro y la amiga le dijo: “La unión fue un total fracaso. Cuando su loro dice una grosería, mi loro dice: Amén.”. Casi siempre, el malo daña al bueno.
Esto último, nos hizo recordar aquel padre que tenía una hija, la cual quería visitar a una amiga que observaba mala conducta. Ante la negativa del padre, su hija se molestó, pero el papa no le contestó directamente, sino que le pidió que tomara, en su mano, un pedazo de carbón. La chica, tomó el mineral, que no estaba caliente, pero observó lo que le pasó a su mano. Entonces, el padre le dijo: “Aunque el carbón no queme, te ensucia. Lo mismo puede ocurrirte con las malas compañías”.
Son agradables y hasta cierto punto muy esperados, los meses de mayo y junio, ya que están dedicados a los padres ¡Que el cielo los bendiga! Y, muchos damos gracias a Dios porque sabemos que venimos: De una madre y un padre.
Definitivamente Dios no se equivocó, cuando bendijo a Adán y Eva, y les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla…” (Génesis 2:28). En realidad, la orden de procrear no es mala, siempre y cuando sea ordenada, sin libertinaje y con un propósito de elevar el nombre del creador, que a la larga es Dios.
Especialmente, cuando los niños llegan al mundo bajo el amparo de un matrimonio bien concebido, la orden divina es: “dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24). Acá, Dios no estaba ordenando el abandono a los padres, pero si una separación parcial de ellos y hablaba del matrimonio de personas de sexos distintos; es decir entre un hombre y una mujer. De esa relación amorosa, legal y divina, si pueden y lo desean, traen hijos al mundo.
Es cierto que hay personas de un mismo sexo que quieren casarse, pero eso viola las leyes divinas y no olvidemos las lecciones del loro y de la chica. Ya lo había dicho el profeta: “¿Quién es varón sabio que entienda esto?… ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? Dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella.” (Jeremías 9:12,13).
Dado el párrafo anterior, imaginemos lo siguiente: Que en el año 1900, se creó una Isla para colocar unas 40 mil personas, entre gays y lesbianas, eso si, con todas las comodidades de aquella época y con posibilidades de progreso hasta nuestros días. Sin embargo, tenían o tienen que cumplir ciertos requisitos: 1) Que nadie entra, ni sale después de iniciado el experimento. 2) No se acepta la bisexualidad; donde alguno pueda tener relaciones con ambos sexos. Es decir, no se permite a un hombre tener sexo con un hombre y luego con alguna mujer, o viceversa.
Apenas con estas dos reglas ¿Cuál es el resultado después de haber pasado 112 años del experimento? Un cementerio casi lleno. Nunca pudo existir una maternidad, en el hospital y nada relacionado con niños. En fin, podemos afirmar que después que pasen doscientos años, la Isla estará completamente desierta.
Así que, si los homosexuales defienden sus derechos, las personas que consideran que hacen las cosas “como Dios manda” también tienen defender los suyos.
Por ello insistimos, que aunque haya numerosas personas promoviendo matrimonios de un mismo sexo, y las leyes humanas los amparen, la respuesta está en la Biblia, cuando se preguntó: “¿Porqué hay tanta desolación?” Y Dios respondió: “Porque dejaron mi ley…, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella”.
Entonces, si la mayoría de personas no estamos dispuestos defender los principios divinos, el día del padre y, por ende, el día de la madre, pudieran estar en peligro de extinción.

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