La violencia e inseguridad siguen marcando el día a día en la otrora pacífica población de Quíbor en el municipio Jiménez.
Otra familia está de luto por la desmedida acción de quienes no les importa arrebatarles la vida a otras personas, utilizando para ello potentes armas de fuego.
Ni siquiera dentro de casa la gente está segura y así quedó evidenciado cuando Frank Romer Torrealba, recibió cuatro impactos de bala en su humanidad.
El hecho de sangre ocurrió este lunes a las 10 de la mañana en el sector El Estadio, calles 4 y 5 en la entrada a la capital de Jiménez, una de las zonas más antiguas de esa jurisdicción.
El mecánico de profesión, de 42 años de edad, estaba encerrado dentro de su taller trabajando cuando unos sujetos se subieron al techo de su hogar y le dispararon en repetidas oportunidades.
Su esposa, Dilcia Omaira Rodríguez aseguró que no le robaron nada y que no sabe por donde subieron o bajaron quienes le dieron muerte a su pareja, quien para el momento del crimen estaba acompañado de su hijo de 13 años.
Ella esperaba un taxi en la calle para realizar algunas diligencias en el centro de la ciudad cuando escuchó los disparos y se devolvió a casa encontrando a su marido tirado en el piso muerto.
Pagaba vacuna
En Quíbor, El Tocuyo y otras ciudades de la región se ha vuelto casi que normal y natural pagar vacuna para evitar ser blanco del robo de un auto, ser secuestrado o evitar el hurto en su propia casa.
La esposa de la víctima, indignada, entristecida y afectada admitió que su pareja tres días antes había cancelado 2 mil 700 bolívares, sin precisar a quién o quiénes.
Aseguró que el mecánico venía recibiendo llamadas telefónicas de extorsión y amenazas de secuestro, a pesar de ser una persona sin muchos recursos económicos.
Deja cinco hijos menores de edad en la orfandad.
La familia pide justicia y que el gobierno ataque de manera firme la delincuencia desbordada en Quíbor y sus alrededores, sobre todo que ponga en cintura a las bandas dedicadas al cobro de vacuna.
Un vecino del mecánico que prefirió el anonimato denunció que en la zona muchos pequeños comerciantes o dueños de negocios se ven obligados a ceder ante el chantaje y el terror para tratar de salvaguardar la integridad física y la de sus familiares.
Foto: Elías Rodríguez