Numerosas familias campesinas del sur del municipio Andrés Eloy Blanco se encontraban este lunes imposibilitadas de llegar hasta Sanare a consecuencia de un nuevo derrumbe registrado en el sector Barro Negro por la crecida de la quebrada Las Tunas, a pocos kilómetros de la vía que conduce a Yacambú.
Algunos trabajadores del campo, en su mayoría hombres, lograron cruzar caminando el sitio del hundimiento a pesar del riesgo que eso representaba pues el agua seguía bajando a torrentes arrastrando toneladas de lodo y piedras.
Llegaron hasta el puesto de la Policía Rural ubicado en la vía principal para solicitar ayuda de algún organismo encargado de la vialidad, pero hasta el mediodía no se había presentado al lugar ningún funcionario, a excepción del prefecto del municipio, Isidro Piña, quien notificó la novedad a la gobernación y a Protección Civil.
Saúl Silva, uno de los campesinos, dijo que por el derrumbe en Barro Negro están afectadas cerca de mil familias de caseríos como Sabana Redonda, Bellorín, Los Palmares, San Antonio, Guapa, Chamiza, La Cruz y Cerro Pando, entre otros.
«Este problema lo venimos padeciendo desde hace tiempo y cuando se baja la montaña vienen con pañitos calientes y después se olvidan de hacer algo definitivo que garantice que no volverá a pasar», dijo Silva.
Señaló dos máquinas paradas frente al puesto policial rural que podrían reabrir el camino pero no había quien autorizara su operatividad.
«No es posible que a esta hora (11 am), todavía no haya venido el alcalde ni un funcionario suyo a ver lo que está pasando y a buscar soluciones», manifestó por su parte Sedencio Yépez, otro campesino de la zona.
Informó que en los caseríos aislados hay unas cuantas mujeres embarazadas y que el domingo por la noche se vieron complicados porque una de ellas comenzó a sentir dolores fuertes y pensaron que iba a dar a luz y no encontraban forma de sacarla hasta Sanare.
«Cuando se enferma una persona no sabemos cómo hacer porque por aquí tampoco tenemos médico y debemos llevar al paciente a Sanare, pero ¿cómo lo hacemos si la carretera se derrrumba cada vez que llueve?, se preguntó Yépez.
Este lunes, los mismos agricultores, bajo la lluvia que seguía cayendo sobre la montaña, se dedicaban a cortar los árboles que se desplomaron junto a parte de la montaña arrastrada por la quebrada crecida junto a la capa de rodamiento de la carretera.
Pero apenas contaban con machetes para esa labor, haciéndose necesarias sierras eléctricas para facilitarla, aunque posteriormente debía recurrirse a maquinarias y técnicos en vialidad con el fin de tratar de reabrir el paso en el menor tiempo posible, algo que no se vislumbraba.
Se podía observar a grupos familiares completos cruzando el sitio accidentado hacia sus caseríos luego de haber tenido que quedarse la noche anterior en Sanare a causa del fuerte invierno.
Al otro lado de lugar seguían acumulándose vehículos, en su mayoría rústicos o de carga, cuyos conductores esperaban sin muchas esperanzas que en las próximas horas se restableciera el paso para poder llegar a la capital municipal.
«Díganle al alcalde Orozco que salga de su oficina y venga a Barro Negro a ver si solucionan este problema porque nunca le vemos la cara por aquí», gritó uno de los presentes mientras se cubría con un plástico de la lluvia que por momentos arreciaba obligando a los voluntarios a suspender el corte de los árboles que permanecían sobre lo que fue la capa de rodamiento.
Temen que de seguir lloviendo la falla se hará más extensa y profunda y por lo tanto será más dificultoso recuperar la carretera por la cual, cada semana, salen toneladas de alimentos producidos en el campo hacia los centros de distribución en Barquisimeto y otras ciudades.
El prefecto Piña dialogó con algunos de los agricultores presentes y se ofreció para gestionar ante la gobernación los recursos necesarios que permitan a esa gran cantidad de familias poder contar con una vía segura, incluso en invierno.
Fotos Luis Salazar
