El Vaticano convocó el martes a las monjas estadounidenses rebeldes, condenadas por sus posiciones tolerantes sobre la unión homosexual y el divorcio, para debatir sobre sus diferencias y exigirles obediencia.
Durante la reunión, a la que asistieron una delegación de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas (LCWR, por su sigla en inglés), que representa al 80% de las monjas de Estados Unidos, y los responsables de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el temido ex Santo Oficio, se analizaron los principales argumentos «doctrinales» de enfrentamiento entre las partes.
«Se trató de una reunión cordial y abierta para discutir los problemas y las preocupaciones surtidas tras la evaluación doctrinal de abril», explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.
La reunión fue programada después de la dura condena pronunciada en abril contra las monjas estadounidenses por promover «temas incompatibles para la fe católica».
Las monjas de la LCWR, que cuenta con 1.500 delegadas para representar a unas 57.000 monjas, defienden la ordenación de mujeres sacerdotes y evitan condenar la píldora, la eutanasia y la unión de parejas homosexuales.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el cardenal estadounidense William Levada, ordenó que se reforme la organización y designó al arzobispo de Seattle, monseñor Peter Sartain, para que supervise la tarea.
El Vaticano le reprocha a la organización de monjas el hecho de que no defiendan el derecho a la vida desde su concepción hasta su muerte natural y considera que sus posiciones de corte feminista y «radical» son «incompatibles» con las enseñanzas de la Iglesia.
«En virtud del derecho canónico», la LCWR «está constituida y permanece bajo la dirección suprema de la Santa Sede», recordó Lombardi al término de la reunión, lo que resulta un llamado a la obediencia y a respetar las líneas generales de la entidad católica.
Las monjas de la LCWR son conocidas por su labor con los pobres y enfermos, lo que ha ayudado a mejorar la imagen de la iglesia estadounidense, desprestigiada por los escándalos de abuso sexual de menores por parte de sacerdotes.
La delegación, liderada por la presidenta de la LCWR, sor Pat Farrell, fue recibida por el cardenal Levada, quien ocupa el cargo que fue por más de veinte años del actual pontífice, Benedicto XVI.
«Pudimos manifestar personalmente nuestras preocupaciones al cardenal Levada», indicó en un breve comunicado la agrupación religiosa.
Las monjas se han enfrentado en varias ocasiones a los obispos estadounidenses y apoyaron entre otras la reforma de salud del presidente Barack Obama pese a las críticas de los obispos y de los sectores más conservadores de la Iglesia de ese país.
En el comunicado, el Vaticano insta a la LCWR a «promover la comunión eclesial basada en la fe en Jesucristo y en las enseñanzas de la Iglesia, como fielmente han sido enseñadas por siglos».
A la intervención del Vaticano, decidida después de una investigación de tres años, se suma la severa condena a inicios de junio al libro de la religiosa Margaret A. Farley, «Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics» (Sólo Amor. Un marco para la ética sexual cristiana) por su tolerancia respecto a la unión homosexual, la masturbación y el divorcio seguido de nuevas nupcias.
En una nota oficial, la jerarquía de la Iglesia solicitó a los católicos que «eviten consultar el libro» debido a que «no está en conformidad con la doctrina de la Iglesia».
La religiosa, profesora de ética y miembro de la LCWR, defiende la masturbación, que permite «a las mujeres descubrir su propia capacidad para el placer» ya que «no implica ningún problema de carácter moral» y pone en entredicho la «indisolubilidad del matrimonio».
La comunidad de religiosas estimó el pasado 1 de junio que las sanciones impuestas a la entidad por la jerarquía de la Iglesia son «desproporcionadas» y anunció que consultará en agosto a sus miembros las acciones a tomar.