Indignación, rabia, impotencia, tristeza, desolación. Todas las he sentido desde que el martes de la semana pasada hablé con mi muy llorosa amiga Marisol.
“Nunca me imaginé que el rechazo fuera así de duro” me dijo entre sollozos.
Marisol vive en Barquisimeto. Tiene una pequeña, Sarah, que nació con Síndrome de Down. Sarah acaba de terminar preparatorio en un preescolar donde fue integrada, aceptada y querida. Sus maestras prepararon un hermoso informe en el que recomiendan que se incorpore a un colegio regular.
A Marisol y a su marido les recomendaron un colegio de niñas -católico para más señas- que “se adaptaba a las necesidades de cada niña” y fueron a entrevistarse para ver si su hijita podía ingresar. Lo que pudo ser una entrevista llena de esperanzas se convirtió en una pesadilla. La “directora” se encargó de restregarles la condición de minusvalía de su hija:
“¿Para qué la voy a aceptar si más temprano que tarde los voy a tener que llamar para decirles que se la lleven?”, les preguntó. Marisol le enseñó el informe del preescolar. “Yo no lo voy a ver… eso lo hicieron para enamorarme, yo conozco esos informes”. El marido de Marisol le pidió un voto de confianza. Sugirió que tal vez ella sería quien los llamaría a decirles que Sarah se quedaría en el colegio. La respuesta fue una de las más descarnadas, abruptas, groseras y desalmadas que he oído en mi vida. Y definitivamente la peor viniendo de una “pedagoga”:
“Te voy a explicar algo: tú puedes ser bruto, yo puedo ser más bruta que tú y puede haber alguno más bruto que yo. Pero todos nosotros vamos a pasar. Tu hija no”.
Yo no quiero nombrar el colegio porque incurriría en una injusticia con la institución al calificarla por la conducta de una sola persona y no tengo elementos de juicio para saber si el colegio avala este tipo de actitudes. Espero que no. Pero pienso que esa “señora” no puede ser directora ni de un refugio para gatos. ¿Qué clase de conductas e idea puede transmitir con actitudes como esa?…
Estoy consciente -como mamá de niña especial que soy- de que la integración escolar no se decreta y que conlleva muchas acciones que no son precisamente las más fáciles. Pero lo que no puedo aceptar es la tremenda insensibilidad de la “señora directora”, que por lo visto ni es señora ni es directora. Ha podido haberles dicho a esos padres que le encantaría recibir a su hijita con Down, pero que todavía en su colegio no están dadas las condiciones para recibirla. No tenía que recordarles lo que no necesitan que les recuerden: ¡lo tienen presente todos los días!
Actitudes como la suya generaron el fascismo, el nazismo y otros tantos horrores en el mundo. ¿Cómo puede ser directora de un colegio católico un ser así? El catolicismo es todo lo contrario: es amor al prójimo, es la noción de que todos somos iguales, es caridad.
No pude evitar comparar con mi experiencia personal en Maracay, tan distinta. Primero en el Colegio CEDI de las hermanas Álvarez Bolívar y luego en el Instituto de Educación Integral, donde la insigne, humana e ilustre pedagoga Luisa Teresa Lanz de León me dijo que “las puertas de su corazón y de su colegio estaban abiertas para mi hija” cuando yo, envuelta en un mar de lágrimas, le explicaba que tenía un “problema”.
Nunca olvidaré -de hecho, es uno de los recuerdos que atesoro con mayor cariño- que la Profesora Lanz me escuchó hablar por más de veinte minutos seguidos, ella se inclinó hacia delante y tomó mis manos:
“Hija, tú me has hablado de un problema… eso no es un problema para mí. Yo sé lo que debes estar sufriendo”.
¡Esa sí que es una tremenda pedagoga! Mi hija pudo terminar su bachillerato gracias a la Profesora Lanz, al Instituto de Educación Integral, a sus compañeros de clase y al apoyo de Marisela González de Sánchez, su psicopedagoga.
En fin… la sensibilidad, la compasión, el altruismo, la piedad son valores elevados que no todos tienen. Señora directora, yo sé que este artículo va a llegar a sus manos. Ya muchas personas conocen la historia. La insto a que renuncie. Usted es una vergüenza no solo para el magisterio: lo es también para el género humano.
@cjaimesb