José Ramón Herrera Linárez, de 44 años, quien trabajaba desde muy joven en una cristalería ubicada en la avenida Pedro León Torres y residía desde hacía más de 25 años en el barrio San José Obrero, al oeste de Barquisimeto, fue asesinado al hacer resistencia a un asalto a mano armada, la noche del sábado.
Era barquisimetano, hijo de Marcos Herrera y Débora Linárez, el cuarto de los 8 hijos de esta pareja que tuvo 4 hembras e igual número de varones.
Estaba casado con Marianela Torres y era padre de un joven de 22 años y una muchacha, de 19 años.
Recibió un balazo en la región del tórax, pocos instantes después de haber salido a la residencia de su hijo para ver a su nieto, situada a tres casas de su domicilio.
«Él estaba muy contento porque el próximo 8 de julio iba a cumplir los 45 años y sólo le faltaba menos de un mes para celebrarlos», dijo su viuda cuando habló con los periodistas en las inmediaciones de la morgue, donde en compañía de otros familiares y amistades esperaba la entrega del cadáver.
Una vez que se oyó el estruendo del balazo, salió su hijo a la calle y lo vio tirado en el suelo; pero, el asesino ya se había esfumado.
«Lo más triste es que nadie por el lugar oyó ni vio nada», comentó muy desconsolada Marianela Torres. «Yo estaba en casa de una cuñada, que vive cerca del lugar, y cuando regresaba a la casa me enteré de lo que había ocurrido»
Herrera Linárez fue auxiliado por su hijo y trasladado a la emergencia del hospital central universitario Dr. Antonio María Pineda, pero no obstante los esfuerzos que hicieron los médicos para salvarlo, murió.
José Ramón, dijeron los familiares, era una persona muy tratable, querida por todos los que tuvieron la dicha de conocerle y tratarle, buen esposo y padre, así como excelente amigo.
«El sitio donde fue perpetrado el crimen es una zona muy sana y nunca ocurren hechos lamentables, motivo por el cual nos soprendió que alguien se atreviera a atacar a mi esposo».
«Por el lugar viven sus familiares y los míos, los vecinos también son buenas personas y no podemos entender lo que pasó, por cuanto José Ramón acostumbraba ir a visitar la casa de nuestro hijo para ver a su nieto, ya que lo consideraba una bendición».
-¿Tuvo algún problema con alguien?- le preguntaron.
-Jamás tuvo problemas con nadie. Por el contrario, era una persona que sabía ganarse los amigos y era, además, muy servicial.
Tampoco, prosiguió, tuvo ninguna discusión en su trabajo, ya que dede muy jovencito trabajó en la cristalería, donde era muy apreciado y respetado.
Nosotros creemos que intentaron despojarlo de su cartera y al oponer resistencia le dispararon; pero, es incomprensible lo sucedido, porque ha sido arrebatada la vida de una persona que era muy querida por todas las personas.
-¿Qué le pediría usted a la justicia?
-Aunque ya el caso está en manos de la policía, no esperamos que haya justicia porque aquí reina la impunidad, ya que los delincuentes matan, roban y atacan todos los días; pero, si caen presos, enseguida son dejados en libertad y siguen cometiendo sus delitos. Todo se lo dejamos a Dios, declaró la viuda. Es la primera vez que tenemos una pérdida a causa de la delincuencia».
Foto: Edickson Durán