A pesar del cáncer, Chávez busca reelección

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Ni una prolongada huelga petrolera, ni un golpe de Estado, ni siquiera un cáncer han podido alejar del poder al presidente  Hugo Chávez, que desde 1999 conduce al país a toda velocidad hacia un estado socialista.

    El histriónico militar retirado de 57 años, capaz de dar discursos de horas para repetir infinitamente el mismo mensaje contra el capitalismo, busca una nueva victoria electoral que le permitiría extender su Gobierno a cerca de dos décadas, una clara señal de que pese a su grave enfermedad no está en su ADN tirar la toalla.

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    Pese a la inscripción formal de su candidatura el lunes, la falta de información sobre su estado de salud mantendrá las dudas sobre el futuro del país y no cederán las especulaciones sobre el destino del hombre que agudizó la polarización en el país caribeño.

    La historia política de Chávez está plagada de retornos fastuosos y reinvenciones.

    En abril del 2002, tras días de furibundas protestas, sufrió un golpe de Estado. Dos días después, estaba nuevamente en el poder listo para dar comienzo a un proceso mucho más radical de cambios políticos.

    En el 2007, sufrió una estrecha derrota en un referendo constitucional con el que buscaba una serie de enmiendas a la carta magna, entre ellas la eliminación de los límites a la reelección presidencial.

    Muchos creyeron que era el principio del fin de su ciclo, pero poco después lanzó un nuevo referendo para poder ser reelegido sin límites, y salió victorioso.

    Ahora enfrentará lo que promete ser una reñida elección frente al joven opositor Henrique Capriles, que representa a una coalición opositora y se muestra como un político enérgico que visita casa por casa a los venezolanos.

    Chávez cuenta con el aparato de propaganda oficial, una poderosa maquinaria que lo sigue día y noche, pero el cáncer limitaría su capacidad de hacer campaña de cuerpo presente, una poderosa arma política.

    VELOCIDAD CRUCERO

    Antes de que le fuera diagnosticado cáncer, Chávez no se detenía ni por un momento. Llevó su salud al máximo durmiendo dos o tres horas diarias, viajando sin parar en su moderno Airbus A-319 y tomando hasta 40 tazas de café al día para poder esparcir su influencia por el mundo, desde Bolivia hasta Siria.

    «Estoy aquí asumiéndolo y así lo confieso al país, lamentablemente no seguiré siendo el caballo, a veces desbocado (…), prefiero la fuerza del búfalo antes que la del caballo», dijo el mes pasado.

    «Ahora estoy trabajando según la ley manda ocho horas diarias, descansando, siguiendo una dieta», comentó en uno de sus constantes contactos telefónicos con la televisora estatal.

    En los últimos meses la figura del presidente reflejó paso a paso el tratamiento médico que estaba atravesando.

    La huella de la enfermedad recorrió el rostro de un mandatario siempre expuesto a los medios: delgado y débil tras el primer posoperatorio; con el rostro hinchado y el cabello rapado durante la quimioterapia; macilento y agotado tras su tercer paso por el quirófano en menos de un año.

    «Dame tu corona Jesús, dame tu cruz, tus espinas que yo sangro, no me lleves todavía», dijo entre lágrimas Chávez en abril durante una misa por su salud en su natal Barinas.

    La salud de Chávez inunda todo, pero el Gobierno también enfrenta otros problemas: una inflación galopante, una crisis de los servicios públicos, índices de criminalidad brutales y problemas financieros en el corazón del modelo económico, la petrolera estatal PDVSA.

    Chávez regó con petróleo barato a la región tras la firma de acuerdos bilaterales de provisión de crudo y derivados a cambio de otros bienes para crear lazos políticos en posición de ventaja con muchos países.

    Pero esos acuerdos han golpeado las finanzas de la petrolera estatal y generan dudas sobre la sostenibilidad de la firma, financista de los programas sociales que sostienen la popularidad del presidente.

    El líder socialista ha hecho reformas de todo tipo. Ni bien asumió cambió el nombre del país a República Bolivariana de Venezuela, aprobó una nueva carta magna para lo cual fue disuelto el Congreso, agregó una estrella a la bandera y hasta quitó 30 minutos del huso horario.

    Pero sus movimientos más polémicos han estado ligados a la nacionalización de millonarios proyectos petroleros y empresas de casi todas las industrias, con el objetivo de convertir a Venezuela en un estado 100 por ciento socialista contra viento y marea.

    Chávez saltó a la palestra en 1992 cuando intentó un golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Al verse acorralado y en inferioridad numérica, el joven teniente coronel exigió rendirse en vivo por TV y sólo necesitó de 32 segundos para iniciar un romance con los medios y el pueblo.

    «Lamentablemente, por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron logrados (…) no logramos controlar el poder», dijo el 4 de febrero de 1992. 

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