Henrique Capriles sueña con ser el presidente más joven elegido por los venezolanos, lo que coronaría una fulgurante carrera política que lo ha llevado a ser el estandarte de la oposición para derrotar por primera vez a Hugo Chávez en las elecciones de octubre.
Con 39 años, Capriles ya fue diputado, alcalde y gobernador del estado Miranda. Para darse a conocer en el resto del territorio inició en febrero, incansable, un recorrido por todo el país, una táctica que Chávez, que cuenta con una poderosa maquinaria partidista, está imposibilitado de hacer mientras lucha contra un cáncer de gravedad incierta.
«Yo me siento más joven que Chávez. Yo me siento con una energía que no tiene Chávez, que hoy está en una zona de confort. Y lo mejor es que él cree que no puede perder; que lo siga creyendo», dijo en una entrevista con Reuters el político, que intenta replicar su éxito regional en todo el país.
Chávez, de 57 años, parte con ventaja en las encuestas gracias a su carisma y sintonía con la mayoría pobre del país, que durante 13 años de «chavismo» ha recibido beneficios directos a través de una decena de programas sociales alimentados por la enorme renta petrolera.
Pero Capriles, a quien el Gobierno describe como un títere de los sectores de derecha, se despega de esa etiqueta, se autodefine como de centroizquierda y se muestra como un gobernador «de calle».
El candidato, deportista y soltero, empieza sus jornadas muy temprano, se mueve en moto para evitar el caos vehicular de la capital Caracas, viste gorra, pantalones y polos deportivos. Mantiene un constante contacto con la población y, al igual que Chávez, soñaba de niño con ser beisbolista profesional.
A fines del 2010, cuando una ola de inundaciones afectó a Venezuela, Capriles no dudó en sumergirse h asta la cintura para comandar los trabajos de rescate y remoción de escombros en el estado que gobierna.
Ello le granjeó el reconocimiento nacional y le dio impulso para las elecciones primarias de la oposición, que ganó también gracias a un discurso moderado e inclusivo, siempre evitando caer en la confrontación directa con Chávez.
«Modelo fracasado»
Confeso seguidor del modelo brasileño que sacó de la pobreza a 30 millones de personas en ocho años, Capriles reconoce algunos logros del Gobierno de Chávez, pero asegura que se debe cambiar «un modelo que fracasó».
«Hoy el Gobierno está más preocupado de permanecer en el poder que de solucionarle el problema a los venezolanos», dijo en la entrevista con Reuters.
El actual mandatario lo ha calificado de «cochino» y «majunche», pero Capriles se ha limitado a responder: «Chávez es un excelente candidato, pero un pésimo presidente. ¿Qué queremos en Venezuela, un candidato o un presidente?», se preguntó.
Cree que la solución a los problemas del país yace en la educación y puede demostrarlo con su gestión al mando de la Gobernación de Miranda, donde más de la mitad del presupuesto va destinado a esa área.
«La inversión de todos los países que han tenido desarrollo ha estado en la educación; creo ciegamente en ello», confesó. «Brasil es un ejemplo en la región de cómo se puede lograr crecimiento económico con acento en lo social», agregó.
Medirse con el jefe
Capriles tuvo un precoz inicio a los 26 años arropado por el partido socialcristiano Copei, cuando resultó electo en 1998 como diputado del entonces bicameral Congreso venezolano.
Durante un breve golpe de Estado a Chávez, en abril del 2002, opositores al Gobierno trataron de ingresar a la embajada de Cuba en Caracas para verificar si el vicepresidente Diosdado Cabello se escondía allí.
Capriles asegura que trató de mediar para evitar acciones violentas, pero el entonces embajador cubano, Germán Sánchez, lo acusó de trepar el muro de la embajada e inspeccionar el recinto.
Después del incidente Capriles fue llevado a prisión, convirtiéndose en uno de los primeros presos políticos del Gobierno de Chávez. Durante los primeros 20 días de su encierro, que duró cuatro meses, no se le permitió «ver la luz del sol».
Barbado, y tras más de cien horas en los tribunales, fue declarado inocente.
En el 2008 Capriles peleó la Gobernación de Miranda con Cabello, ex vicepresidente y cercano aliado del mandatario, a quien derrotó con el 52,5 por ciento de los votos.
«Ya me he medido con el más fuerte, ahora me toca el jefe», dijo refiriéndose a Chávez.
Foto: AP/ARCHIVO