En todo caso, podríamos suponer que un político que declara actuar como cristiano actuará teniendo como referente la ética cristiana, aunque también en esto de la ética hay grandes diferencias. En principio, se debe cumplir con el mandato de no matar, mandato que para algunas iglesias es de carácter absoluto, como ocurre con los Testigos de Jehová, pero para otras es relativo y depende de las circunstancias. Lo mismo puede decirse para el no mentir, el no robar, tolerar al otro y ayudar al necesitado: en cada momento histórico esos mandatos se han entendido de manera diferente.
Muchas guerras entre cristianos fueron realizadas en el nombre de Dios y por asuntos de fe. Una de las más notorias y crueles fue la guerra de los treinta años, en el siglo XVII, entre partidarios de la reforma protestante y partidarios de la contrarreforma católica. Fue una guerra en la que, Irónicamente, ambos bandos le pedían al mismo Dios que los ayudara a matar a la mayor cantidad posible de cristianos del otro bando. Y si destaco las guerras entre cristianos, lo hago sin negar las muchas obras sociales que todas las denominaciones, cristianas y no cristianas, han hecho y siguen haciendo.
Sátrapas y dictadores han justificado sus desmanes afirmando que actuaban en defensa de la civilización cristiana, y sin que nunca les faltara el apoyo de algún cura o pastor. Es el caso de regímenes de misa y rosario como el de Franco, en España, el de los dictadores argentinos, el de Pinochet y el de Efraín Ríos Montt, en Guatemala, un genocida promovido a la presidencia por el partido socialcristiano y que más tarde se convirtió en pastor de la Iglesia del Verbo.
En resumen, cuando algún cristiano afirme que quiere participar en política en tanto que cristiano, preguntémosle a que concepción del cristianismo y de la política se refiere para no caer en confusión. Y también, al cristiano que rechaza participar en alguna actividad política afirmando que se lo prohíbe la iglesia en la que practica su fe, hay que preguntarle si tiene alguna propuesta para mantener más o menos ordenado el país pues de eso se ocupa, entre otras cosas, la política.
Aunque los cristianos suelen afirmar con mucha vehemencia, que solo la firme creencia en Dios puede lograr un ejercicio político con altos valores éticos pero la historia del cristianismo no demuestra eso. Los altos valores éticos no son exclusivos de los cristianos. Muchos no cristianos ejercieron la actividad política con altos valores éticos. Entre ellos están Bertrand Russell, quien era ateo; Albert Einstein quien profesaba valores judíos; y Mahatma Gandhi, un hinduista.
La actividad política abarca mucho más que consideraciones de ética derivadas de la Biblia y del nuevo testamento. Supone saber y desenvolverse bien en materia de administración pública, en políticas económicas. Supone también tener opinión sobre cosas difíciles sobre las que no hay consenso, por ejemplo, el aborto, la eutanasia, el control de la natalidad, la ayuda a los pobres, la homosexualidad, la liberación sexual y social de la mujer, el uso de la represión y la violencia para mantener el orden social, etc. Si la sociedad estuviera conformada exclusivamente por cristianos de creencias homogéneas, eso de gobernar no sería tan complicado, pero en muchas sociedades concurren la más diversas creencias y muchas de ellas están enfrentadas, frecuentemente, por razones triviales, como es común en estos asuntos de religión y de política.
Continuará…
LOS CRISTIANOS Y LA POLITICA (2 de 3)
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