«Por aquí no viene nadie y cuando vienen se dan la vuelta rápido y se van, como si tuvieran miedo al ver cómo vivimos», dijo Nelly Rey, una de las habitantes del barrio El Cardenal, al suroeste de Quíbor, al referirse a los múltiples problemas que confrontan.
En realidad la desidia oficial, sobre todo por parte de las autoridades municipales, se hace evidente apenas ingresar a la calle principal de la barriada.
«Aquí vivimos por la necesidad porque los servicios públicos, o no existen o no llegan ni a regulares condiciones», agregó mientras señalaba la calle frente a su casa.
Ninguna de ellas ha recibido asfalto en los 15 años de fundado el barrio, y como tampoco disponen de red de cloacas, las aguas servidas corren como ríos representando focos de contaminación.
«Necesitamos más unión por parte de los vecinos para que unidos podamos luchar mejor por nuestros derechos», agregó Nelly Rey.
Otra vecina, Yolanda Reañes, coincide en su planteamiento y al referirse a las calles dice que «cuando llueve no se puede pasar porque se convierten en barriales donde los carros se quedan pegados».
Manifestó que al alcalde lo vieron hace unos meses que les hizo una visita fugaz pero todavía están esperando cumpla alguna de las promesas que les hizo, entre ellas la de construir veinte casas para familias sin techos.
Insistió en lo de las calles por las cuales corren las aguas servidas, en algunos sitios impidiendo entrar o salir a las personas de sus casas.
«Y a nadie en el gobierno le precupa eso porque es un problema que tiene mucho tiempo y pocas son las esperanzas de que lo resuelvan», afirmó.
Esperan que primero construyan las aceras y luego, si asfaltan, no acaben con el trabajo apenas se dañe una tubería.
María Bravo también considera necesario que desde la alcaldía les visiten para que constaten lo que ya conocen por escritos consignados por los vecinos.
Abogó, además de la vialidad, por el alumbrado público, la red de cloacas y el suministro de agua, actualmente irregular pues las más de 200 familias dependen de la que les llega por una manguera colocada por ellos mismos.
María hizo el llamado a quienes dirigen Hidrolara para que les solucionen el problema dotándoles de tuberías que les permitan recibir el líquido vital con normalidad y no con interrupciones como ocurre en la actualidad.
En el barrio El Cardenal también esperan que alguien haga algo por el pre-escolar, el cual funciona en la casa comunal.
Son más de treinta niños que reciben las primeras instrucciones en un ambiente que no es el indicado pues se trata de un local improvisado donde la maestra se esmera en cumplir con sus funciones.
A eso se le debe agregar el hecho de no disponer de baños por lo cual los niños deben acudir a casas vecinas a hacer sus necesidades.
Lo ideal sería que en el terreno inmediato construyan una verdadera escuelita donde los pequeños se sientan cómodos.
En síntesis, en el barrio El Cardenal las aves no cantan y tampoco sus habitantes pues lo único que les queda es rezar o rogar porque algún día el alcalde se acuerde de su existencia y destine presupuesto para cumplir con las necesidades allí existentes como la vialidad, redes de aguas servidas, casas para las familias sin techo donde vivir, alumbrado público y un local para la escuelita primaria.
«Vamos a ver si con estos llamados el alcalde vuelve a visitarnos, pero no que se olvide luego de que existimos sino que haga algo para que El Cardenal deje de ser el barrio más abandonado de Quíbor», dijo Nellys Rey.
Fotos. Luis Salazar
