Estamos en presencia del derrumbe del “Estado chavista”, se hunde por el peso de su podredumbre, aunque hagan los mayores esfuerzos en ocultar y sostener el cúmulo de corrupción y engaños que se gestan desde las instituciones; donde muchos de sus miembros se hallan señalados por escandalosos casos, crímenes de Estado y hasta en narcotráfico.
Como al final de toda tiranía, a los trece años de este gobierno, se develan las bases, sobre la cual, se edificó el “poder” de Chávez y toda su camarilla, quienes resultan hoy con “pie de barro”, ablandándose aún más, por todas las “aguas negras” que brotan de las declaraciones de quienes hace poco formaban parte de los “honorables” Magistrados del TSJ.
“Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a la luz.”, según los evangelios de Marco 4:22. Tarde o temprano las consecuencias de los hechos alcanzan a los responsables. “No hay nada oculto entre cielo y tierra”, reza el dicho; y el “delito habla” por sí solo.
Dentro del delinquir del régimen, se halla el emblemático caso del Fiscal Danilo Anderson, en el cual, pretendieron ocultar y confundir alevosamente la autoría material e intelectual, que con “montajes” de testigos falsos, condenaron a inocentes como los Guevara y condujeron al exilio a otros como a Patricia Poleo; y después, descaradamente premiaron con la embajada de Venezuela en España, al artífice “Fiscal General estrella” Isaías Rodríguez, quien debería estar enfrentando un juicio en los tribunales internacionales.
El régimen se blindó desde el principio para echarles ese muerto a los banqueros, a la oposición o al imperio.
Mientras resolvían con sangre el control total del Poder Judicial incluyendo el TSJ. En ese abominable crimen el “poder chavista” se fortaleció en el primer año; sólo la acción corajuda y profesional de un grupo de periodistas y algunos medios de comunicación, en el transcurrir, pudo desnudar a los testigos estrellas, quienes sucumbieron ante la verdad.
En mi libro “Quien Mató a Danilo Anderson” señalo cómo la Fiscalía y el gobierno “…intentaron por la fuerza crear una maraña para cerrar la cuadratura del círculo, guiados en esta tarea por la corazonada omnisciente y omnipotente de Chávez. Este manifestó que sabía quiénes eran los asesinos del infortunado fiscal…”.
Este y otros crímenes, explica el temor del régimen frente al CIDH y su convenio firmado con el Tribunal Penal Internacional. Crímenes de Lessa Humanidad que no prescriben.
¡Qué ironía! ante las confesiones de los exmagistrados, la Fiscal dice, que no hay que investigar porque fueron dadas en otro país y sólo se preocupa, por resolver un “crucigrama”.
@pablomedinaml