“El Estado garantizará los recursos que necesites hoy y los que puedas necesitar en el futuro, para que evites un derramamiento de sangre”. La frase corresponde al negociador de la Disip que fue enviado a hablar conmigo el 2 de diciembre de 2007 (día del referendo para la reforma constitucional); y que, junto a un actual ministro de Chávez, conformó la comisión encargada de persuadirme para reconocer los resultados favorables al “Sí”. Ni siquiera eran las 2 de la tarde y el gobierno ya hacía ofertas.
Freddy Guevara y yo habíamos sido designados para asistir a la reunión de partidos políticos, convocada esa tarde en la oficina de Manuel Rosales. Allí fuimos testigos de una conversación telefónica en la que un “gurú” de la oposición (daré nombres cuando estemos en democracia) reconocía nuestra derrota ante Jorge Rodríguez, entonces vicepresidente. Al colgar la llamada, Freddy dejó conocer nuestra postura, que resultó ser mayoritaria: “Si nos roban esta elección nos vamos a la calle”.
Las encuestas a boca de urna y algunos medios contribuyeron a la tensión. No habían cerrado aún las mesas electorales y ya Reuters había emitido un cable anunciando al mundo la victoria de Chávez. Pero la verdadera tensión se dio en Fuerte Tiuna. Esa noche conversé mucho con Raúl Baduel y con otro oficial que me mantenía al tanto de la situación en el Cufan; así supe de la reunión del Alto Mando con Chávez, en la que decidieron reconocer nuestra victoria. El CNE dio los resultados después de esa reunión, cerca de la medianoche.
A 5 años de la primera marcha del movimiento estudiantil, recuerdo este episodio como un presagio de lo que vendrá el 7 de octubre. Si en 2007 no hubiésemos estado en las calles nos hubiesen robado las elecciones. Sólo en Caracas realizamos más de 60 protestas, de mayo a diciembre. Fueron los miles de jóvenes marchistas los que derrumbaron el fraude y la complicidad. Quizás hoy, cuando la desesperación del PSUV es mayor, sean más necesarios.
@yongoicoechea