Luego del éxito de Ricky Martin con su relato biográfico Yo, el ocurrente humorista y politólogo Laureano Márquez decidió seguir los pasos del artista y relatar su vida no en un libro, sino en un monólogo que es toda una catarsis de risas.
Después de percatarse de lo «aburrido» de su biografía emprendió una aventura por el humor y así concibió Yo no, unipersonal en el que hace eco de la idiosincrasia del venezolano, lo que garantiza una noche de carcajadas.
De vuelta a la ciudad
Tras un año de vítores y aplausos en los escenarios más emblemáticos del país, el consagrado comediante regresó a suelo crepuscular para presentarle a los guaros su filosofía ‘yonoísta’ y decirle a todos que el único Plan B es cumplir con el A.
Nuevamente, el Teatro Juares recibió al también escritor que ofreció un espectáculo ante un nutrido público, ansioso por escuchar los argumentos, ocurrencias y reflexiones de Márquez, que la noche del pasado viernes 25 de mayo se dedicó a emprender un viaje por sus memorias, añorar el pasado y reírse del presente.
Un mundo acelerado
Este ‘yonoísta’ define como acelerado e inmerso en la tecnología.
Recordó que en la actualidad todo es veloz, bromeó sobre el correo de antaño, que demoraba seis meses para hacer llegar una carta y el e-mail de ahora, que a los cuatro segundos de retraso en su envío ya produce una queja.
El analítico comediante cuestionó que «mientras mayor capacidad comunicativa tenemos menos nos comunicamos (…) el lenguaje se comprime y ahora todo se resuelve con las caritas, hay miles de ellas», dijo entre risas.
El politólogo prosiguió con su puesta en escena de sátiras y expresó: «el Facebook lo inventó Roberto Carlos cuando decía Yo quiero tener un millón de amigos».
Sobre la red social del ave azul comentó: «Twitter quiere decir tu ira», es decir las molestias resumidas en 140 caracteres.
«Antes jugábamos con otro ser humano, ya ningún niño lo hace. Ahora ellos abren las revistas y creen que es una tableta, no conciben que había otro mundo, ese en el que uno vivió, ese mundo donde todo discurría más lento», agregó
Márquez reflexionó sobre la capacidad contemplativa de los individuos de otras generaciones y las admiraciones de hoy.
«Antes veías el crepúsculo y ahora lo retratas», continuó.
Para él, el venezolano es un tecnológico contradictorio. «Tenemos un iPad, pero no contamos con electricidad para cargarlo», señaló al recordar la suspensión del juego de básquet en días pasados producto de un apagón.
Contradictorios de alma y corazón
Márquez con orgullo comentó que Venezuela es un país «hermosamente loco» y expresó que quienes habitan en tan particular país «llevan la contradicción en el alma».
Al respecto explicó que esas diferencias entre el país que se tiene y se sueña producen miedos.
Con total agudeza manifestó que el venezolano le pide permiso al fiscal para cometer una infracción, que los que venden la Ley Orgánica del Trabajo son aquellos que no tienen empleo y catalogó de héroes a todo el que se atreve a transitar por la carretera Lara-Zulia.
«Vivimos distintos momentos históricos simultáneamente (…) tenemos un magistrado, Aponte Aponte, que se va del país porque dicen que lo iban a medir con la misma vara que él medía ¿qué dices después de eso? Hay gente hasta presa por medir con esa vara».
En tono irónico explicó que en este país todo puede escasear «pero el 18 años no falla».
«Los escoceses fabrican la botella con el nombre nuestro. Falta de todo ¿pero ha faltado el escocés? Hay cosas que son sagradas, hasta para una revolución esa bebida es ‘sagrada'», precisó.
Márquez continuó con su estudio de la complejidad del venezolano y de las instituciones que adoptan la mentira como mecanismo de defensa para alterar encuentas o índices de inflación.
Por otra parte, catalogó a los ciudadanos como «expertos en oncología» al estudiar la salud del Presidente y reflexionó que los venezolanos se equivocan hasta dos veces, no tres.
Este error lo atribuye a esa máquina de escribir del pasado que «trajo mucho perjuicio a nuestra identidad nacional porque aprendimos a vivir con la idea de que para aprender de un error había que cometerlo dos veces», bromeó.
De allí, continuó, que tantos venezolanos voten dos veces por la misma persona. A lo que concretó con un destello de esperanza, porque está confiado en que sí hay un futuro sin cometer el mismo error.
Yo no
Después de declararse como un venezolano orgulloso por la particularidad de este país recordó que el deber derrota los temores, instó a los barquisimetanos a decirle no a las injusticias, incoherencias y añadió que el ‘yonoísmo’ es una ideología política con la que se puede construir el país soñado.
Sugirió a los presentes adoptar esta corriente como un estilo de vida y reveló que el título de su unipersonal fue inspirado verdaderamente en unas palabras que están en el evangelio de Mateo capítulo 26, versos del 33 al 35, el cual reza: «Aunque todos lo hagan yo no».
Foto: Emanuele Sorge