El Vaticano desmintió «categóricamente» que un cardenal figure entre las personas que filtraron documentos secretos de la Santa Sede y que sea el responsable de manipular a Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa Benedicto XVI, detenido el miércoles.
«Desmiento categóricamente que se sospeche de un cardenal, italiano o no», declaró a la prensa el portavoz del Papa, padre Federico Lombardi.
«Ningún cardenal italiano está siendo investigado y tampoco una mujer, como escribió la prensa», agregó.
El escándalo que azota a la jerarquía de la Iglesia católica, comparable al que sacudió el pontificado de Juan Pablo II con la misteriosa muerte del llamado «banquero de Dios» en la década de los 80, afecta la credibilidad de la institución y desconcierta a buena parte de los católicos en todo el mundo.
Las filtraciones, con la publicación de cartas reservadas y documentos internos dirigidos al Papa y su secretario privado, ilustran la guerra interna entre sectores conservadores que luchan por el poder y por ocupar puestos importantes dentro de la institución ante la posibilidad de una próxima elección pontificia, teniendo en cuenta la edad avanzada de Benedicto XVI (85 años).
«Los interrogatorios prosiguen. Numerosas personas han sido interrogadas en la Curia Romana y en los varios dicasterios (ministerios) por la comisión de cardenales formada por el Papa», aseguró Lombardi.
«Recaba informaciones y testimonios y tiene la tarea de referir todo al Santo Padre», explicó, sin precisar el tiempo que tardará la investigación.
«La comisión de cardenales no quiere dejarse condicionar por la presión mediática», recalcó Lombardi.
El vocero papal invitó en varias ocasiones a la prensa acreditada ante el Vaticano a mantener «la sangre fría» y conservar la «objetividad» ante un escándalo de tales proporciones.
«Un cardenal guía al cuervo (traidor)», tituló el lunes el diario Il Messaggero, mientras el influyente Il Corriere della Sera abrió con el titular «Un cardenal entre los cuervos».
Encerrado en una habitación dentro del palacio apostólico, el mayordomo que traicionó al Papa, conocido familiarmente como «Paoletto», «guarda silencio», reza y después de cinco días de detención pudo hablar con su esposa.
«Se encuentra sereno y tranquilo», informó su abogado, Carlo Fusco, en una declaración divulgada a la prensa en la que se asegura que «está dispuesto» a colaborar.
El espía y traidor, una persona sencilla y educada, resulta para muchos observadores un «chivo expiatorio», y se teme que si se decide a hablar termine por acusar a los jerarcas instigadores.
«Era sólo el brazo que actuó, hay que buscar la mente», pide el diario Il Fatto Quotidiano.
«Un grupo de cardenales quiere conquistar al cónclave (elección del Papa) y garantizar que salga elegido su candidato», sostiene por su parte el diario La Repubblica.
Para el vaticanista Marco Politi, las filtraciones tienen un objetivo, «la caída del número dos del Vaticano», el cardenal Tarcisio Bertone, de 78 años, un salesiano sin experiencia diplomática, que cometió graves errores al inicio de su gestión, pero que goza de la confianza del Papa alemán.
«Estos documentos son balas contra Bertone, lo quieren hundir, un pedido de renuncia», explicó el teólogo Vito Mancuso.
Para los expertos en asuntos vaticanos detrás de todos los escándalos, filtraciones y acusaciones se esconde un duro enfrentamiento entre la corriente cercana al cardenal Bertone y la vieja guardia, huérfana de Juan Pablo II, que no se resigna a soltar las riendas del poder que tuvo durante años.
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