El nacimiento de Juan Jacinto Lara tiene lugar en Carora, en fecha fijada como el 28 de mayo de 1778, hace ya 234 años. Sus padres: el caballero español peninsular don Miguel de Lara y doña Paula Meléndez, natural de la localidad.
En aquellos difíciles días, hubo omisión de la fecha de nacimiento por parte del párroco que lo bautizó. Su niñez transcurrió entre el trabajo de la huerta familiar y los quehaceres hogareños.
El cultivo del intelecto estaba reservado a los tocados por la diosa fortuna, pues no era este precisamente el caso de Jacinto Lara, cuyos padres carecían de heredades que les permitiera una vida holgada.
Ese escenario obligó al joven Lara a dedicarse al ejercicio del comercio en las vecindades de Portuguesa y Barinas, fue entonces cuando conoció al asturiano José Tomás Boves, quien comerciaba con ganado en el eje llanero y que luego sería uno de los realistas más feroces y sanguinarios de la Guerra de Independencia.
Pero en estas líneas de Jacinto Lara, hemos querido mostrarle a nuestros lectores otra faceta de nuestro epónimo, esa que aún espera ser profundizada por especialistas: su vida como civil.
Su magistratura civil
El intelectual, investigador y ex senador Pedro París Montesinos, apunta en su libro sobre Lara como magistrado, que “el fervor patriótico sacó a Jacinto Lara de su reposo caroreño cuando con sus votos lo ungieron gobernador de la Provincia de Barquisimeto”.
Observa que desde diciembre de 1843 ejerce el gobierno civil hasta enero de 1848, lapso de cierta calma, pues disminuyeron las revueltas caudillistas, aunque se agudizó la crisis económica y fiscal entre el 44 y 46.
Asegura París, que durante su gestión, a Lara, “lo inspiraría el gobierno del general Carlos Soublette, respetuoso con las instituciones, por ello la cordura, tolerancia y fino tacto en el trato con los gobernados”.
Su mensaje a la diputación
Escribe París, que Lara en su mensaje a la honorable Diputación Provincial de 1844, dio cuenta de manera prolífera y detallada sobre los sucesos administrativos, y solicitó a los legisladores introducir “reformas apropiadas en la experiencia” de su diario contacto con la gente y los pueblos bajo su mando.
En materia de salubridad pública, invocaba el Artículo 42 del Reglamento de Salud que imponía la obligación por parte de la policía de notificar la presencia de personas afectadas del “mal de Lázaro” para someterlos a tratamiento aunque el padecimiento era incurable.
Lara también libró una batalla contra la viruela, enfermedad que entonces hacía estragos entre la población.
“El gobernador sistematizó una campaña de vacunación, con 400 pesos para pagar vacunadores en los cantones y parroquias, como único preservativo de la horrorosa epidemia”.
Puerto Cabello, San Felipe, Yaritagua y Cabudare, sufrieron la epidemia en todo su rigor, apunta el ex senador larense.
El gobernador también sintió la angustia que le causaba el serio problema de dónde enterrar a los muertos, y ante este terrible drama expone a los parlamentarios: ‘Es pues, llegado el tiempo que destinéis las cantidades necesarias para la construcción de cementerios como para la reparación de los que hoy existen’.
Sostiene París que Lara se queja igualmente de la carencia de mercados públicos y de que tampoco existan ‘los patrones o marcas para aferir los pesos y medidas’.
El magistrado, durante su gestión, dotó a las poblaciones de alumbrado público.
Asimismo, la vialidad era una constante preocupación para Lara, anota París, de hecho hacía énfasis en el deterioro de los caminos. Construyó una cárcel y un hospital y pidió mas recursos para edificar otros en los cantones vecinos.
La vida comercial
En una investigación del historiador Taylor Rodríguez García, cronista oficial de Palavecino, destaca que concluida la Guerra de Independencia y más tarde la desintegración de Colombia la grande, el general Jacinto Lara retorna a su lar nativo para iniciar las actividades económicas a las que había estado vinculado desde sus días mozos: compra de tierra, ganado y comercio entre las comarcas.
Afirma el investigador, que en este contexto antes descrito, Lara inicia en 1828, la adquisición de tierras, ganados y esclavos, lo que era normal en la época.
Un trabajo mayor
Estas anotaciones generales forman parte de un trabajo mayor del historiador Taylor Rodríguez, relacionado con el tema de la esclavitud en la comarca caroreña en el periodo 1754-1854, donde la participación de Lara será abordada con mayor profundidad.
-En esta oportunidad damos a conocer estas breves líneas, a fin de conocer aspectos vinculados a la vida del epónimo hasta ahora ignorados, sin que esto se oriente en empañar su abnegada y patriótica actuación frente al colonialismo español, enfatiza.
Sin embargo, prosigue, ya es tiempo de romper con la deificación de estos personajes terrenales y mortales no celestiales.
La advertencia de César Zumeta es oportuna: Bolívar, “divinizado es insignificante, humano es sencillamente grandioso”.