Estancamiento

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 Los políticos y analistas del campo opositor han comenzado a estudiar las razones que pudieran explicar el estancamiento de la candidatura de Henrique Capriles Radonski. Unos, como Carlos Blanco, consideran que el candidato de la MUD no ha logrado convertirse en «un líder inspirador» por tres motivos, al menos: la oferta programática que ha presentado es «similar a la de Chávez»; el candidato no actúa para forzar «elecciones libres y limpias» y porque no hace un llamado a la movilización contra las posibilidades de un fraude o de un autogolpe del chavismo. Tal vez, lo que cuestiona Blanco es la falta de una impugnación radical del actual modelo económico y social en la campaña de Capriles.

Otros, como los dirigentes de varios partidos políticos, estiman que una de las causas del estancamiento de la candidatura tiene que ver con la concentración de posiciones del comando de campaña en manos «inexpertas», las de Primero Justicia, y la exclusión de fuerzas con mayor «veteranía», como AD y Copei. Por los mismos motivos han replanteado la discusión sobre la tarjeta única, pues consideran que ésta pudiera darle sentido unitario a la candidatura, que estaría debilitado en la actualidad. En esta óptica, la campaña no debería girar en torno al candidato sino del concepto de «unidad», pues el liderazgo de Capriles no ha sido plenamente aceptado por los partidos de la alianza, que buscan desde el 12 de febrero la manera de subordinarlo a un centro de dirección.

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Por otra parte, la situación de salud del presidente ha hecho que sectores de la oposición que actuaban empujados por una «urgencia» hayan disminuido su aceleramiento y ahora no apuntan tanto a un triunfo el 7 de octubre sino que avizoran nuevas elecciones en los próximos dos años, con «transición» y candidato distinto. Pero el cálculo puede estar equivocado, porque, como ha sido señalado, si Chávez es electo en octubre, bien puede realizarse una enmienda constitucional para que sea el Vicepresidente quien culmine el período. Así estaría garantizado un gobierno del Psuv por seis años más.

En todo caso, las observaciones que se realizan en relación a la candidatura de Capriles no van al fondo de las dificultades, que parecieran residir más bien en el carácter contradictorio del mensaje que emana del conjunto del arco opositor. Mientras Capriles ha dado un viraje importante en relación a las misiones, otros sectores de la oposición insisten en mantener un programa alejado de las demandas populares, como lo evidencia la propuesta de derogación de la nueva Ley del trabajo. Hay quienes incluso han planteado un referendo abrogatorio y otros han anunciado que acudirán a la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra para denunciar la ley.

El punto clave reside en que el 70% del electorado es partidario de un Estado social y de la redistribución de la riqueza. Hasta el momento, por las incoherencias de la MUD y otras circunstancias, el candidato opositor no ha logrado dar la seguridad y certeza de que su gobierno se mantendría dentro de tales parámetros, de ganar las elecciones. En realidad, todo indica que el problema no es el candidato, sino la política del bloque opositor.

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