Una vez más Hugo Chávez hace lo que mejor sabe: engañar y manipular. Es innegable que la aprobación de la LOT – 12 años después de cuando correspondía según la CRBV-, así como la medida de inamovilidad, al igual que el chorizo de misiones tendiente a generar complacencias y simpatías entre los electores que el 7-O irán a depositar su voto para elegir al Presidente que regirá los destinos del país a partir del 2013.
Está demostrado que este tipo de medidas distorsiona la dinámica empresarial, pero se insiste en ellas con fines demagógicos. Lo más cuestionable, es que la misma, al final sólo aplica al sector privado, porque en el público se hace y deshace sin consideraciones. A lo largo del 2011, en plena vigencia de la inamovilidad, fueron despedidos infinidad de empleados del sector público, sin que el gobierno central haya respetado su propio decreto. Todo se resume a una conveniencia política, al uso de un simple disfraz de cordero bajo el que se oculta un lobo con oscuras intenciones.
Sobre tal fiasco, el Gobierno mandó a apagar las turbinas, aunque aguas abajo, continúan engañando electoralmente a los incautos. Cómo se puede hablar de control de precios, cuando publica una lista de productos arbitrariamente controlados, e inmediatamente incrementa el valor de la UT en más de 18%.
Se armaron con el congelamiento de los precios de los insumos, como consecuencia todo viene importado, y ellos subieron las tasas de importación, almacenaje y nacionalización de las mercancías, más el incremento del transporte, para obtener más recursos con fines clientelistas.
Otro ejemplo de tal improvisación, es el incremento del 300% del m3 del agua, después que había regulado el consumo del agua industrializada, además del aumento de las tarifas eléctricas y de los insumos de la producción industrial, que demuestran el carácter contradictorio de su tan cacareada preocupación por los que tienen menos posibilidades de pago, a cuyo servicio dicen actuar, cuando terminan afectándolos irremediablemente.
El avezado modelo de Estado totalitario de Chávez, copia irracionalmente de los modelos fracasados que nos dejó el comunismo del siglo XX, la intromisión y destrucción del aparato productivo del país, en la falsa creencia, que con ello el Estado alcanzará el dominio y sometimiento de la sociedad a sus crueles designios, como la inducción errada a etapas de preguerra, que revela sus intenciones por las que está conduciendo al país a la ruina.
Otro triunfo de Hugo Chávez sería la estocada final, que destruiría a la sociedad venezolana y comprometería seriamente la existencia de la República, cuyo propósito es acabar con el oculto proceso de entrega a la dirección antillana. Por lo que a todo evento, a la gesta electoral del 7-O debemos concurrir con determinación para frustrar las delirantes intenciones del régimen.
