Al enfilar la carrera hacia la tercera semana de acciones, las pretensiones del merideño José Rujano para trepar nuevamente al podio del Giro de Italia fueron casi borradas en el terreno de su predilección, la cuesta. Contradictorio, pero es la carta sobre la mesa.
A la distancia, de acuerdo a sus declaraciones, un penetrante frío, socavó casi por completo sus posibilidades. Ahora, de acuerdo al dogma de fe (honrar la carrera) que maneja su entrenador Gianni Savio, a Rujano solo le resta conseguir una victoria en cualquiera de los segmentos por disputarse y una atropellada feroz que lo lleve hasta las diez primeras posiciones, aunque la diferencia es superior a los seis minutos en relación a quienes le anteceden. No es imposible, pero la ausencia notoria de un equipo que lo sustente en lo táctico, también atenta contra su objetivo y ese es otro factor que merece una revisión.
Sin embargo, el puntal del Androni Venezuela sigue optimista: «Voy a seguir luchando en el Giro, no me daré por vencido. Estoy en buena forma pero el frío no me ha dejado hacer las cosas como yo quiero. Le pido a Dios que el clima mejore. Que no llueva más en las etapas», refirió al final de la fracción 14 el domingo pasado, en la que cedió 4:15 en relación al vencedor, Matteo Rabottini y el español líder de la carrera, Joaquín Rodríguez.
En lo sucedido hasta los momentos, hay contradicciones. Rujano es nacido y formado en clima frío. Nunca antes se le habían conocido debilidades en las bajas temperaturas, como sí lo acusaba, por ejemplo, Elio Villamizar, quien rápidamente se deshidrataba, pero cuando tenía que soportar altas temperaturas.
Hernán Alemán, protector de Rujano en los últimos años, con sus declaraciones al final de la etapa 14, abre el ciclo de las dudas, «Tiene que echar pa´lante, estoy convencido de que hay Rujano pa´rato, él tiene que mejorar y eso tiene que entenderlo, lo que tiene es que retomar la confianza y revisar su metabolismo, el frío no le puede hacer variar su condición».
En los días previos a la prueba, Rujano siempre manifestó su optimismo y dejó entrever que había tenido una preparación acorde al tamaño del compromiso y por eso las pretensiones de registrar un nuevo podio, como lo hiciera el año 2005, cuando concluyó tercero.
Rujano es humano y su metabolismo puede variar de un momento a otro, como pudo haber pasado en las dos jornadas –sábado y domingo- de gruesa montaña. Sin embargo, en los días previos, en la media montaña, también falló, porque debe recordarse cuando cedió 22 segundos. Acá es cuando viene la revisión del factor colectivo, a sabiendas que en la trepada impera lo individual, pero hasta el pie de la cuesta más importante debe haber gregarios que lo «lleven» y no dejar toda la carga sobre sus hombros.
Veamos. En la primera porción de media montaña, al insinuarse la trepada, como un caníbal, soltó una gran descarga y eso alimentó esperanzas. No tuvo relevo en ese momento por sus coequiperos para mantener el ritmo y cortar definitivamente a sus rivales, y, al final, ahogado por el esfuerzo, cedió esos 22 segundos.
Al día siguiente, lección aprendida. Como pescador en río revuelto, se dejó llevar por el paso devastador de Tiralongo, Basso y Scarponi, entre otros, que orondos sentían a sus espaldas los apoyos de grandes colectivos como Astana, Liquigas y Lampre. Resultado, abonó el mismo tiempo de ellos en la meta. De nuevo, atizar de esperanzas para los días sábado y domingo, pero apagadas por el frío, además de la ausencia del soporte colectivo, tan necesario en este caso para el juego táctico antes de acometer la rigidez de la cuesta.
En definitiva, Rujano ha adolecido del soporte de un equipo que le mine fuerza a los rivales en otros terrenos para sus andanzas en lo escarpado y así pueda clavar sus garras y hacer rendir a sus enemigos. La lesión del colombiano José Serpa lo privó de un excelente gregario y Emanuele Sella tampoco ha aparecido en su ayuda en ningún momento. Es decir ha estado huérfano.
Sus compatriotas Carlos Ochoa y Jackson Rodríguez, de fiel desempeño hacia su capo, no tienen el fuelle para las trepadas más encarnadas, van bien hasta la media montaña y allí rinden sus condiciones.
En descarga, el Androni Venezuela tiene un par de triunfos de etapa, una con el colombiano Miguel Ángel Rubiano, quien logró refrendar a su favor una cabalgata superior a los 100 kilómetros y la otra por intermedio de Roberto Ferrari en una llegada masiva, pero le ha faltado una mayor entrega hacia el jefe de filas.
Muchos referirán que se trata del mismo conjunto de la edición anterior. Es verdad, pero en esa ocasión, el merideño se consiguió un aliado de lujo en la cuesta, el español Alberto Contador, para que, entre ambos, al alimón, propiciar el desborde de todos, esa es la pequeña diferencia.
Él abriga mejores tiempos, «… esto se termina el 27 de mayo en Milán, faltan seis etapas y tres son de alta montaña. Le pido a mi Dios salud…», pero debe tener claro que debe hacerlo prácticamente como un águila solitaria.
Foto: Reuters/Archivo