El grupo del G8 abogó este sábado por una zona euro «fuerte y unida» incluyendo a Grecia, y se comprometió a impulsar el crecimiento sin olvidar la implantación de medidas contra el déficit, en una cumbre dominada por la crisis de la deuda en Europa.
Sin embargo, en un reflejo de sus diferencias de estrategia, los líderes del G8 también reconocieron que «las medidas necesarias (para impulsar el crecimiento y abatir el déficit) no son las mismas para cada uno de ellos».
En la apertura de la segunda jornada de la cumbre realizada en Camp David, en el estado de Maryland (este), el presidente estadounidense Barack Obama había señalado que la búsqueda del crecimiento económico y la lucha contra el déficit deben ir juntos.
Esta fórmula buscaba satisfacer tanto a la canciller alemana Angela Merkel, adalid de la austeridad en Europa, como al líder del gobierno italiano, Mario Monti y al nuevo presidente francés, François Hollande, quienes proclaman al crecimiento como una prioridad.
Como telón de fondo de este debate estuvieron siempre presentes las graves inquietudes sobre Grecia, donde la crisis económica se suma a un bloqueo político tras el fracaso de las negociaciones para formar gobierno tras las elecciones del 6 de mayo.
Los griegos están convocados a las urnas nuevamente el 17 de junio, unos comicios sobre los cuales planea una eventual salida del país de la zona euro.
El tema de la deuda en Europa fue el primer asunto abordado el sábado en la mañana por los dirigentes de los ocho países más ricos del mundo en la cumbre celebrada en Camp David, la residencia presidencial de descanso ubicada a 100 km de Washington.
Hollande dijo haber solicitado que el apoyo para Grecia fuera explicitado en el comunicado.
«El mensaje que quise transmitir (…) era el deseo de que Grecia permanezca en la zona euro, cumpla con sus compromisos, pero que sea apoyada, acompañada por Europa para estimular su crecimiento. El comunicado dará cuenta de este razonamiento», declaró Hollande, quien se había reunido el viernes con Obama en una cita bilateral en la Casa Blanca.
Al programa oficial se sumó un encuentro bilateral programado entre Merkel y Obama en Camp David para las últimas horas de este sábado.
Obama, que se enfrentará a la reelección el 6 de noviembre, advirtió sobre los efectos nefastos de los «vientos adversos» que Europa le propina a la actividad económica de Estados Unidos, donde el modesto crecimiento de la economía se desacelera y el desempleo cayó un punto porcentual desde agosto de 2011.
Los líderes del G8 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Rusia) se pronunciaron durante la cumbre sobre los principales temas que dominan el espectro político, en especial el programa nuclear de Irán y de Corea del Norte, además de Birmania y Siria.
Con respecto a Irán, algunos días después de la vuelta a las negociaciones en Bagdad, Obama expresó sus esperanzas de lograr una solución diplomática, advirtiendo en referencia a Teherán «sus continuas violaciones de las normas internacionales y su incapacidad para probar hasta el presente que no trata de militarizar» su programa nuclear.
Ello «constituye un grave motivo de inquietud para todos nosotros», añadió.
El G8 también realizó una advertencia a la República Islámica afirmando que están listos para tomar medidas para asegurar que los mercados petroleros estén provistos de forma «completa y oportuna» para que, pese a las nuevas sanciones comerciales contra el crudo iraní, los precios de la energía se mantengan estables.
Con respecto a Siria, Obama destacó la necesidad de que el «proceso político» se inicie rápidamente en el país, escenario de una revuelta popular violentamente reprimida por el régimen de Bashar al Asad.
Esta alusión vaga no logró esconder, sin embargo, las persistentes diferencias con Moscú, que no ha cambiado su postura con respecto a su aliado en Medio Oriente.