Una mezcla entre la clásica frialdad alemana y la paciencia, además de fórmulas para frenar a jugadores como Didier Drogba, son las armas con las que Bayern Munich se plantea encarar al Chelsea el sábado en la final dela Ligade Campeones.
«Hay que tomar medidas para frenar al rival», explicó el técnico alemán Jupp Heynckes. «Drogba ha sido uno de los mayores goleadores en Inglaterra. Es peligroso y puede marcar en cualquier momento, pero (Fernando) Torres también».
«Sería un error concentrarse en un solo jugador», añadió.
La victoria daría al Bayern su quinta corona continental, después de un sequía europea de 11 años, mientras que para el Chelsea sería su primera Copa de Europa y la culminación del sueño del magnate ruso Roman Abramovich de inscribir el nombre del conjunto inglés en la aristocracia del fútbol europeo.
Para ello Heynckes, que ya ganó el título con Real Madrid en 1998, aseguró que es vital mantener la cabeza fría, como ya hicieron sus jugadores en la semifinal contra el Madrid, en la que se impusieron en la definición por penales.
«Tenemos que ser pacientes», dijo el viernes Heynckes en la rueda de prensa previa al partido. «Hay que estar tranquilos, mantener la portería a cero y después tendremos la oportunidad de ganar».
Además, admitió que jugar la final en su propio estadio, rebautizado como Fútbol Arena de Munich por la prohibición dela UEFA de usar marcas comerciales _el nombre habitual es Allianz Arena_, les concede una cierta ventaja, de la que es conveniente abstraerse.
«No comparto cierta euforia. No somos los favoritos. No hay favoritos y menos ante el Chelsea», señaló el entrenador del conjunto bávaro.
«Ser humildes es lo más inteligente».
Los alemanes son el cuarto club que disputa la final dela Copa de Europa en su estadio y el primero desde quela UEFA introdujo el actual formato de liguilla previa y eliminatorias en 1992.
El Bayern ganó los siete partidos disputados en su fortín de Munich en la presente Liga de Campeones y además los precedentes históricos favorecen casi siempre a los locales.
El Madrid en 1957 y el Inter de Milán en 1965 se alzaron con el torneo jugando en casa. Sólola Roma tropezó como anfitrión en 1984, perdiendo el título ante el Liverpool.
«Era un sueño llegar a la final en nuestro propio estadio», reconoció el capitán del Bayern, Philipp Lahm. «Conocemos el estadio, estamos en casa, tenemos el hambre y las ganas y queremos ganar».
Tanto Bayern como Chelsea han sido protagonistas de la competición en los últimos años. El Chelsea perdió la final de 2008 frente al Manchester United en una dolorosa definición por penales en Moscú.
Más recientemente, en 2010, el Bayern cayó por 2-0 ante el Inter en la final disputada en el Santiago Bernabéu de Madrid.
Con una plantilla muy similar a la de hace dos años, el equipo alemán dice haber hecho examen de conciencia para no repetir los errores del pasado.
«Hemos sacado nuestras conclusiones de aquella final», explicó Bastian Schweinsteiger, otro de los pesos pesados del vestuario alemán.
«En aquella ocasión (Franck) Ribery estaba sancionado. Ahora contamos con él, y puede marcar la diferencia».
Ambos equipos tienen bajas importantes por sanciones, aunque Chelsea parece ser el más afectado: perdió a sus centrales titulares John Terry y Branislav Ivanovic, y tampoco contará con el mediocampista brasileño Ramires ni con el volante Raúl Meireles.
Heynckes no podrá alinear a Holger Badstuber, David Alaba y Luiz Gustavo.
«Los dos equipos tenemos bajas importantes, así que no creo que marque la diferencia», dijo Schweinsteiger. «En nuestra plantilla, todos los jugadores de la plantilla están preparados para aguantar partidos de esta exigencia».
Tanto Heynckes como Lahm consideraron que el Chelsea jugará más ofensivo que en su serie semifinal contra el Barcelona. Y no se descarta que Roberto Di Matteo disponga en punta de Drogba y Torres.
«Sólo mirando la manera en la que juega el Barcelona y la nuestra, creo que no veremos un Chelsea tan ultradefensivo», explicó el técnico. «Hablamos de un equipo que empató 2-2 en Barcelona, el mejor equipo del mundo, jugando 60 minutos con un hombre menos».
«Ese dato es un aviso», añadió.
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