Saragó: Convivo con la soledad todo el tiempo

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Es el técnico más joven del continente en Primera, un hombre solo que tiene dos cosas, principalmente, aparte del deseo de triunfar: una familia a la que ama y el fútbol que le ha dado todo.

Por ejemplo, una estrella en el balompié venezolano en su primer año como entrenador del CD Lara, recientemente. Una alegría indescriptible que se diluye en el silencio: “El momento más difícil es después de los partidos. Yo vivo solo y no es fácil llegar a un lugar donde no tienes con quien compartir las cosas buenas o malas. Todavía peor cuando se pierde”, abre Saragó.

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A la pregunta sin pizarra y casi a quemarropa, de si se considera un hombre obsesivo con su trabajo, responde: “Sí, termina el partido y me lo llevo a casa. Llego viendo el juego y a veces me doy golpes de pecho por lo que pasó”. Así se entregó Eduardo al Deporte Rey: “No me veo haciendo otra cosa. Si no estuviese en este mundo, hiciera algo más por la obligación de sobrevivir, pero no por gusto. Cuando comencé a estudiar Comunicación Social fue por esto, me retiré de la carrera por esto, juego desde los cuatro años. Es para lo que me preparé y en lo que quiero seguir”.

Con 30 años ya celebró tres torneos cortos y aun así no está satisfecho con su cosecha en los banquillos.

“Perdimos un torneo y otro se nos escapó, sé que pudimos hacer más”, reflexiona sobre dos experiencias con el entonces Deportivo Italia, recordando con claridad cómo un gol de Jackson Mijares en la que ahora es su casa le arrancó un título.

Recuerdos bonitos tiene muchos; pero también asegura tener unos cuantos momentos grises.

“En el fútbol he tenido muchas alegrías. A Zamora lo agarramos decimoséptimo y terminamos quintos, con Italia ganamos un torneo, perdimos otros dos en la última fecha, fuimos a dos competiciones internacionales; y ahora con Lara ganamos la estrella y vamos a ir a Sudamericana y Libertadores, pero hay cosas que yo no quiero volver a vivir”. Antes y después de los 90 minutos hay mucho por qué pasar.

“El aficionado ve el partido del domingo, 11 contra 11, en el estadio o por TV. Yo no negocio el respeto, alrededor del partido hay muchas cosas que se manejan en las que se irrespeta al profesional y, luego, cuando uno da un golpe con la palabra, se sienten aludidos y se ponen a la defensiva”.

Saragó se refiere a esas anécdotas del no deber ser. “A mí me han llegado gerentes preguntando por qué está un jugador apartado, si es que tuvo un problema conmigo y resulta que tienen cuatro amarillas, pero él, el dirigente, no tenía idea. Una vez como técnico tuve que buscar un autobús, montarme, darle 100 bolívares a dos señoras que estaban para que se bajaran y pagarle al chofer una buena plata para que nos fuera a buscar al hotel y nos llevasen al estadio, y así no perder por forfeit un partido de Copa Libertadores. Todo porque a quien le corresponde se le olvidó cuadrar el autobús para el equipo”, revela el caraqueño, y hay más…

“Un gerente puso a un jugador a pagarse un pasaje desde Colombia con la promesa de cancelárselo acá apenas llegase, luego no estuvo en el aeropuerto, ha pasado un buen tiempo y no se lo ha pagado. Cuando iba a los entrenamientos y el jugador le preguntaba, siempre tenía una excusa”, y esas cosas, explica Saragó, influyen en el trabajo de la semana, lo hacen más agotador.

“No veo posible ser técnico sin lidiar con mucho estrés”, continúa un hombre que ya se las vio feas un par de veces por ese tema: “Hace dos años me desperté para ir al entrenamiento del Italia y no me pude parar. Pasaron minutos en los que no tenía fuerzas y el cuerpo no me respondía. Fui en automático al entrenamiento, trabajé y volví a la casa igual. Llegué al médico y me regañó, tenía una crisis de estrés muy alta, podía empeorar. Luego me diagnosticaron dos úlceras. Fueron momentos delicados, me di cuenta de que debía tener cuidado”.

Saragó, quien reconoce la influencia en su carrera de Noel Sanvicente y Nelson Carrero, y se declara admirador del trabajo de Marcelo Bielsa, no deja de estar metido en su trabajo: “Con la soledad es que convivo todo el tiempo y según como llevo mi trabajo es que he podido sobrellevar esa parte. Nos pagan para esto y en el mínimo detalle está el fútbol. En el cuerpo técnico nos gusta estar pendientes de todo. Yo no soy policía, pero necesito que el jugador descanse, que el dirigente le cumpla, que tenga comida, manejar sus horas de traslado, tener contacto directo. Yo vivo el fútbol así”.

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