- Publicidad -
Hay vacíos que no se llenan
ni con las aguas del río
- Publicidad -
ni con las del mar.
El recuerdo de la madre
queda imperecedero
hasta el final.
A cada recuerdo
una lágrima o una sonrisa
por igual,
la sonrisa por haberla tenido,
la lágrima por su ausencia
corporal, porque espiritualmente
sigue con nosotros en todo
tiempo del estar.
Benditas las madres en su día.
- Publicidad -