Madre, ahora soy yo quién a cada rato te dice: Dios te bendiga.
Después de andar tu transitar recorriendo mi vida, y llegar hasta tu esperanza al hacerte en familia, quiero premiarte con alegrías.
Alegrías que he ido forjando para entregarte cada día.
Cada día que me viste crecer y lo que hice creciendo aunque sin proponérmelo te causara sufrimientos.
Orgulloso de ti y de tu ejemplo, tu, que no abandonas, ni en difícil momento, a Dios mi agradecimiento estoy aquí, con mi propia historia.
No sabemos quién se irá primero. Como sea, celebramos: Por ti, en el sagrado deber cumplido. Por mi, en el perdón de mis pecados.