donde se procure la producción e integración de los saberes hacia fines de calidad y la excelencia. Pero no se trata de una búsqueda estética ni la construcción de un modelo estéril de prestigio intelectual, sino la capacidad de absorción del conocimiento por parte del colectivo país.
Reducir las distancias entre los conocimientos y desmontar la excesiva especialización de los oficios implica también una mayor apertura de titulaciones y estudios propios, acordes con las necesidades profesionales y académicas del estudiante en función de su entorno. El plan de estudio de las carreras deberá incluir, más allá de las obligaciones y compromisos escolares, la aplicación progresiva y directa de los conocimientos en la localidad y, principalmente, el estudio, la reflexión, el debate y la proposición de soluciones a los problemas de la comunidad en todos los ámbitos de su complejidad.
Descentralizar la enseñanza, ampliar la oferta académica e implementar nuevas modalidades de estudio aprovechando las tecnologías de comunicación e información, así como la desconcentración geográfica y la localización del conocimiento junto al protagonismo transformador del profesional en su medio circundante, son también retos cardinales de la academia venezolana en el siglo XXI.
El país demanda la preparación de nuevos profesionales y docentes con un sólido compromiso social y visión de futuro. Y esta necesidad trasciende al mismo subsistema educativo, tocando al ámbito geopolítico internacional con el fomento de la cooperación interuniversitaria y la suscripción de nuevos convenios y alianzas en materia cultural, científica, social y económica. Pero esta interrelación deberá, naturalmente, empezar en el ámbito nacional a través de la movilidad académica entre las instituciones universitarias del país, el intercambio entre cátedras y el concurso de instituciones privadas y públicas de distintos ramos, en aras de una transferencia potente de conocimientos.
La actuación de la Universidad ha coincidido, desde siempre, con turbulentos momentos históricos. Los desafíos que plantea el presente, los cambios que demanda nuestra misma sociedad son una oportunidad de acercamiento a la verdad de la enseñanza. Es entonces, en ese único camino, que se plantea el futuro posible de un país productivo, próspero, con la riqueza culminante de la sabiduría y el intelecto.
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