Parafraseos 06/05/2012

El poder como arma y el arma como poder se están dando la mano hasta más no poder.
Valga la redundancia pero no validamos la aberración.
El refranero popular va a tener que ser más condescendiente. Por ejemplo, cómo le va a ver uno el queso a la tostada si el queso anda por las nubes y la harina de maíz no está para bollos. De modo que, no todo se le puede achacar al gobierno. Además, a ver si la pegamos y con una lupa encontramos una arepera socialista en donde se le pueda ver el famoso queso a la tostada.
En el Día del Trabajador los trabajadores marcharon por el lado que a cada quién le convenía. Unos haciendole venia al patrón y otros a la oposición.
«Locura es hacer la misma cosa una y otra vez y esperar los mismos resultados». Eso lo dijo Albert Einstein y acertó en muchas al no temer en equivocarse intentándolo en miles de maneras.
Como me gustaría que los cielos tuviesen huecos de modo que el presidente experimentase en sus viajes a Cuba lo que nosotros abajo en la tierra cuando viajamos por las carreteras de Venezuela.
Uno escribe en primer lugar para agradar, y en segundo (y sin querer) para enojar a quienes no comulgan con uno.
Si Ud. se la pasa como yo, yendo de un lugar a otro y en ocasiones se despierta sin saber en dónde diantre está; bueno sería poner un cartelito en la cabecera de la cama a modo de orientación.
Llegó el calor. Algunos dicen que es el mejor anticonceptivo.
Un jubilado no tiene que ser un humano en decadencia. La cadencia debe preservarla y dejar atrás el «de».
Uno entiende a los chavistas en el gobierno. Ellos pueden haber sido en el pasado muy honestos. Lo que pasa es que los han puesto donde hay y ellos no estaban acostumbrados a eso. Entonces han flexibilizado su honestidad. Y como ahora nadie supervisa y todo se justifica en haras de la «robolución», pues manos a las sobras que son bastante.
Dios, siempre tan generoso, nos concedió el derecho a ser estúpidos. Pero hay quienes se pasan de maraca abusando de ese derecho como si fuera un talento.
«Todo el que va a Nueva York, se vuelve tan embustero. Que si allá lavaba platos, dice aquí que era platero», reza la letra de la canción «El norte es una quimera». Porsia, yo sí lavé platos pero no en NY sino en Minnesota.
Por cierto, mi sobrinito Chubi, que siempre me oía decir cuán lejos quedaba ese estado, para demostrarle a su mami lo mucho que la quería, le dijo un día: «Mami, yo te quiero como de aquí a Minnesota». Al niño le salió heladería ese día.
En mi primer día como profesor en el Ciclo Basico Carora, en Carora, yo llegué enfluzado de pies a cabeza, y oloroso a Jean Marie Farina, como si fuera para una boda. Sólo estaba siguiendo las instrucciones de mis profesores de Práctica Docente en el Pedagógico de Barquisimeto. Recuerdo que la temperatura rondaba los 34 grados a la sombra. Por supuesto, nadie excepto quien esto escribe vestía de esa manera. A golpe de once ya andaba yo como tapa de olla mondonguera. Una de las secretarias, siempre gentil ella, y condescendiente, me hizo la pregunta salvadora: «Y por qué no se quita el saco, profesor»? Le tomé la palabra y le dije: «Sí, lo haré porque yo no tengo la camisa rota». Se rió y se lo agradecí. Al siguiente día, aprendí la lección: llegué de camisita manga corta, como todos los demás. «No se aflija colega», me dijo otro profesor. «A todos los nuevos les pasa igual». Ese fue el bautizo con sudor y casi que con lágrimas en mi primer día como profesor de aula. Hoy, me imagino que algunos profesores (exagerando la nota) hasta en chancletas irán. !Plop!