Si los ciudadanos toman la previsión de llevar consigo el paraguas, cuando sospechan que va a llover, a las autoridades les corresponde revisar el sistema de drenajes en la ciudad a fin de impedir inundaciones en las vías. Sin embargo, la realidad muestra algo diferente. Aún hay mucho de “lagunas” o “charcos” que se forman a causa de la falta de mantenimiento en los desagües.
Si bien hace apenas unos días, el ingeniero Víctor Rivero, gerente de Infraestructura de la Empresa Municipal de Infraestructura y Conservación del Ambiente (Emica), habló acerca del operativo especial que vienen ejecutando desde inicios del año 2012, dedicado a la limpieza de dichos drenajes, todavía son evidentes las calles y avenidas que se anegan hasta con una llovizna.
La avenida Morán entre carreras 23 y 24; en las inmediaciones del paseo Juan Guillermo Iribarren, en el este de la ciudad; la carrera 21 entre calles 29 y 30; la avenida Rotaria, en el oeste, entre otros sitios de Barquisimeto, sufren con cada aguacero que cae. Se inunda la vialidad y también las viviendas o comercios cercanos a esos accesos.
No obstante, es importante recordar las reflexiones de Rivero, representante de Emica, con respecto a la conducta irresponsable de algunas personas, quienes arrojan desperdicios a los sumideros, lo cual ocasiona los colapsos y, por ende, el caos. Aunque la otra razón de peso, por la cual se producen los desbordamientos, es precisamente la ausencia de mantenimiento.
En el norte
Con las precipitaciones de este jueves, las comunidades de las parroquias El Cují y Tamaca atravesaron muchas incomodidades debido a la falta de vías asfaltadas. Los principales accesos quedaron limitados entre tanto barro formadsobre la superficie.
Se trata de una triste realidad que afecta a las barriadas más humildes de dichas jurisdicciones, sobre todo, las que surgieron de invasiones y que aún esperan por la instalación de los servicios públicos. Villa Juana, Romeral, Las Tunas, Las Nieves, Carorita, Andrés Bello, El Cují, Francisco de Miranda, entre otros sectores, padecen calamidades con los torrenciales.
En algunos barrios, las unidades del transporte público modifican sus rutas a fin de no pasar por las calles inundadas o donde existan numerosos huecos, los cuales empeoran con gran facilidad. Hacia este lado de la ciudad, resulta necesaria la limpieza de las quebradas o bucos a fin de evitar desbordamientos que pudieran afectar a las familias que viven en los bordes.
Y en el oeste…
Las necesidades que viven los habitantes del oeste de la ciudad, aquellos con residencia en comunidades adyacentes a la vía Quíbor, son muy graves y van en contra de la buena calidad de vida que merecen las personas.
Buena parte de las comunidades, las que se ubican después del kilómetro ocho, no cuentan con la red colectora y ante esta carencia, son incontables los problemas que se derivan. La utilización de pozos sépticos se paraliza durante los días lluviosos, porque las también llamadas “letrinas” terminan colapsando.
Olores desagradables, moscas y roedores, rodean las viviendas y ranchos de zinc, que no poseen las cloacas. Entre las solicitudes que más se repiten entre los barquisimetanos de la parroquia Juan de Villegas, está la instalación de coletores para sus vecindarios.
“Nos aferramos a Dios, cada vez que llueve, porque las calles quedan inundadas y también colapsan los pozos sépticos y sólo podemos utilizarlos cuando hayan pasado dos o tres días. Hidrolara debería invertir en ejecutar el proyecto de cloacas”, dijo Marina de Álvarez, habitante de Valle Verde.
Otra de las peticiones que hacen los vecinos, es la sustitución de rancho por vivienda, debido a lo débil que son las láminas de zinc para soportar los aguaceros. Se cumple el dicho: “llueve más adentro que afuera”, con tantas goteras que presentan los ranchos ubicados a lo largo de la vía que conduce al municipio Jiménez.
Fotos: Daniel Arrieta
