Entre los homicidios cometidos en Quíbor, municipio Jiménez, en años recientes, el de ayer resultó ser el más sangriento y despiadado, por el ensañamiento y cantidad de balas descargadas sobre la víctima.
Un sujeto no se conformó con vaciarle un peine a la víctima, sino que todavía, viéndolo muerto, sacó el utilizado y colocó otro y también se lo descargó.
A Jorge Luis Alvarado Rodríguez lo perforaron múltiples impactos de bala en todo el cuerpo, principalmente en la cabeza.
No le dio ni siquiera tiempo de moverse. Su cadáver quedó dentro de un Ford Fiesta de su propiedad, en la urbanización Villa Jardín.
Quienes sí escaparon del plomo fueron una dama y unos niños que iban con el hoy occiso, ya que el homicida los apartó hacia un lado para que le quedara libre la línea de fuego dirigida a su objetivo.
Alvarado Rodríguez tenía 24 años, y sobre su domicilio se dijo vivía en el sector Sabaneta, en Yaritagua, pero otra versión indica que se había mudado recientemente para Quíbor, y que se dedicaba a la venta de artesanía.
Hasta hace ocho meses fue montacarguista en una empresa de la Zona Industrial II.
Dejó un hijo de 2 años.
Fotos: Emanuele Sorge