La trágica e inesperada partida del sostén de hogar cambió abruptamente el ambiente familiar en casa de los García Silva, en el barrio San Francisco al final de la calle 10 entre carreras 10 y 11, al oeste de la ciudad crepuscular.
La nostalgia, silencio y tristeza siguen presentes. El luto embarga y afecta al núcleo conformado en su mayoría por miembros de la Iglesia Pentecostal Unida.
A los diecinueve días del suceso que trastocó su cotidianidad, sus miembros aún no salen del shock, sentimiento y trauma dejado con la nefasta noticia sobre el asesinato de Luis Alberto García Silva.
Tenía 41 años de edad y era el menor de cinco hermanos. Dejó en la orfandad a cinco pequeños, todos menores de 14 años y a una madre desamparada y con afecciones de salud.
Supuesto enfrentamiento
El oficial jefe según la nueva jerarquía de la Policía o cabo segundo, estaba adscrito al centro de coordinación policial de la zona norte, donde tenían dos años y medio laborando. Se había formado en las filas de cuerpo de seguridad hacía diecinueve años.
Cuando faltaba una hora para terminar de cumplir con su guardia de 24 por 24, el pasado miércoles 11 de abril de este año, a eso de las 6 y 30 de la mañana salió de comisión con dos compañeros.
Su madre Ana Consuelo Silva y su sobrina, Sandy Yépez, tienen dos versiones de hecho las cuales han escuchado de otros funcionarios, una que salieron a lavar la patrulla y otra que andaban radiando un auto que aparentemente habían robado horas antes en la zona.
“Nos dijeron que hubo un supuesto enfrentamiento entre policías y delincuentes en Tamaca en el sector Cañoete hacia la parte alta de Retén Arriba, donde hirieron a nuestro familiar”.
No tenemos muy claro la situación, agregaron con lágrimas en los ojos. Resumieron que la comisión aparentemente observó en actitud sospechosa a tres sujetos que se trasladaban en una motocicleta y le dieron la voz de alto.
Los sujetos no atacaron la orden y los funcionarios hicieron un giro para cortarles el paso y detuvieron la unidad en medio de la vía. Luis Alberto se bajó para chequear a los sujetos y estos de forma sorpresiva le dispararon.
Aunque el funcionario cargaba el chaleco antibalas, el tiro entró por un costado del mismo y afectó órganos vitales. En el confuso suceso, los dos otros agentes buscaron auxiliar a su colega y en eso los malhechores escaparon de la escena.
García Silva fue llevado hasta el ambulatorio de Tamaca, allí le prestaron los primeros auxilios pero le sobrevino un infarto por cuatro oportunidades consecutivas y murió mientras era conducido a la emergencia del hospital Antonio María Pineda.
Dolor que no se quita
Afectada por la reciente pérdida física como es natural, la madre del funcionario saca fuerzas y le pedí a Dios, en quien confía, coraje y serenidad.
“Tengo un vacío por dentro muy grande, se fue mi hijo menor, el que me acompañaba en las noches y estaba pendiente de los medicamentos que me toca por sufrir de tensión arterial alta”.
“Es un dolor y un sufrimiento muy grande, muy fuerte que no se quita fácilmente, era mi hijo más chiquito, era mi sostén Es triste que en el país se haya desatado esta matanza contra los funcionarios policiales.
Mi vida cambió para siempre, sólo confió en Dios, en mi Señor, expresó con sentimiento materno y fe inquebrantable, la señora Silva mientras atendía en su casa al equipo reporteril.
Buen hijo
La sobrina de efectivo asesinado días antes de recibir una nueva condecoración por parte del gobernador, lo recuerda como un hijo ejemplar, excelente hermano, tío y padre amoroso y sobre todo un amigo leal. “Era una persona muy alegre y cuando salía del trabajo dejaba la seriedad y los problemas de la calle en la comisaría. Luis Alberto ayudaba a toda la familia, parecía que tenía más de dos manos porque a todos nos brindaba afecto, protección; era amable, juguetón, echador de bromas, humilde y sencillo, no era un hombre orgulloso ni exigente, se podía vestir con ropa de buena calidad o sencilla y de bajo precio y muy dado a los demás.
En el barrio donde vivió más de 33 años se ganó el afecto, respeto y admiración, incluso de jóvenes descarrilados a quienes les aconsejaba con frecuencia salir de los vicios y la mala vida. Le recordarán por siempre su carisma, disposición, solidaridad, orientación y don de gente.
Señor policía
El oficial jefe no era cualquier funcionario, se había desempeñado con talento y profesionalismo. Se destacó por realizar más de 61 procedimientos cumpliendo con todas las de la ley y recibió la orden Cruz de la Fuerza Armada, la mayor distinción del cuerpo policial y otros reconocimientos importantes.
Fotos: Luis Salazar
