Quienes criticaron de despótico al depuesto gobierno, le otorgaron al presidente de facto el poder para nombrar a los nuevos integrantes de todas las instituciones, así como la eliminación de las 48 leyes habilitantes, y el cambio de la Constitución, reponer el nombre de República de Venezuela, quitándole la condición de Bolivariana. Pero estos hechos bochornosos no fueron producto de los intereses y la ambición de un hombre solo, ni de un órgano empresarial (Fedecamaras), como se ha querido luego endosar. Fueron más de 400 personas las que firmaron el acta de constitución del gobierno de facto. Este gobierno representaba los intereses de la godarria venezolana, la plutocracia, el gobierno de los ricos, fue la expresión de mayor impunidad, desprecio hacia ese pueblo que en su plena mayoría no solo había elegido a Chávez sino la constitución.
A nivel internacional, los gobiernos de EEUU y el de España, aunque en un discurso contradictorio fueron de los primeros en apoyar el golpe. Igual posición, aunque más moderada, jugaron los miembros del Grupo de Rio y la Unión Europea, así como los gobiernos de Colombia y El Salvador. Argentina y Cuba lo rechazaron desde el primer momento. El presidente mexicano Vicente Fox aunque no lo reconoció, manifestó que esperaría a que se realizaran nuevas elecciones. No digamos la posición de los medios de información internacional, diarios como el Washington Post , El País de España, o la cadena televisiva CNN dieron un decisivo apoyo mediático a este golpe de estado.
Pero en esos mismos momentos en los barrios venezolanos, aquellos que habían dado su apoyo a Chávez y quienes veían con asombro como en horas se pretendía acabar con el proceso de cambio, salieron a las calles, el mismo viernes 12 en horas de la tarde, exigiendo el regreso del presidente. Hasta los enemigos de Chávez vieron en este nuevo gobierno signos claros de dictadura plutocrática. Quienes traicionaron a los mismos que les acompañaron, como fue el desprecio en la conformación del gobierno a los miembros de la central de trabajadores (CTV). Se presentaron disturbios y hubo saqueo de negocios. Los medios de comunicación fueron tomados por simpatizantes chavistas. Cuando fue retomado el canal del Estado, se transmitió al entonces Vicepresidente Diosdado Cabello juramentado como Presidente temporal hasta que Hugo Chávez pudiese retomar el poder.
El sábado 13, mientras las elites golpista celebraban en Miraflores, en toda Venezuela emergía un movimiento de insubordinación apoyado inmediatamente por los militares, que mientras los medios de comunicación colocaban comiquitas, como si en el país no pasara nada, ellos resistían a la elite militar traidora y buscaban el paradero del presidente. En la madrugada del 13 de abril, Chávez fue trasladado del Fuerte Tiuna a la base naval de Turiamo, donde escribió una nota que indicaba que no había renunciado «al poder legítimo que el pueblo me dio». Para aquella fecha aún se mantenían reunidos un buen número de simpatizantes de Chávez que habían salido a protestar frente a Miraflores y en la Brigada de Paracaidistas en la ciudad de Maracay. El general Raúl Isaías Baduel se opuso al gobierno de Carmona, y empezó a buscar activamente el modo de restaurar a Chávez en el poder. Ya en la tarde del sábado 13 los hechos estaban marcados, comenzaron a huir los buitres de Miraflores, la población afuera y los jóvenes militares adentro hicieron posible el retorno del gobierno constitucional. El 14 Chávez fue liberado de la prisión militar en la Isla de la Orchila y fue repuesto como presidente.
El Presidente asumió parte de sus responsabilidades de esta crisis, y llamó al entendimiento. Sin embargo poco tiempo después el desespero y la ambición de los opositores salen a la palestra con el paro económico que se inicia el 2 de diciembre del 2002. Paradójicamente esta paralización que produjo un profundo daño a la población Venezolana que no tuvo acceso a productos de primera necesidad, al transporte, que vieron como se les fue robada sus navidades, sin embargo este pueblo se mantuvo estoicamente y acrecentando formas de relaciones comunitarias para sobrevivir a la crisis. Este paro que perseguía la inestabilidad del gobierno por el contrario contribuiría con la legitimación del gobierno de Chávez.
Para quienes aun dudaban sobre el papel del pueblo en la restitución de Chávez al poder el 14 de Abril, aquí en adelante ya no quedaba ninguna duda. Esta crisis del año 2002 y 2003 que trajo profunda consecuencias en la economía nacional, perdiéndose por lo menos diez mil millones de dólares, pero permitió desarticular la oposición de la vieja guardia de los tradicionales partidos políticos y sindicatos que dejaron claramente marcado su irrespeto a la decisión del pueblo, su irresponsabilidad al no asumir su compromiso con los sucesos del golpe de estado de abril del 2002 y el paro genocida del 2003. El proyecto político de Chávez sale fortalecido, el apoyo popular es evidente y éste se reafirmaría en agosto del 2004 cuando un 60% de la población- después de casi 5 años en el poder- legitiman nuevamente al presidente en referéndum popular.
No tenemos la menor duda en afirmar que el golpe de estado de abril del 2002, el paro petrolero de finales de ese año y el respaldo popular que obtuvo el gobierno frente a esta arremetida, fueron los condicionantes que presionaron para asumir una postura más radical. En el año 2003 surgen las Misiones para atacar los problemas de los excluidos, allí comienza una verdadera explosión social con la concientización y formación socio política de la población, que comienza a estimular la participación activa de esa sociedad adormecida por el rentismo y manipulada por el populismo.
Hoy en Venezuela aún prevalece el modelo capitalista, el socialismo es un proyecto en construcción, son muchos los enemigos externos del proceso: sectores burgueses, partidarios de intereses foráneos, el poder mediático, entre otros, pero esto no puede negar las deficiencias internas que amenazan severamente el proceso: la ineficiencia administrativa, la creciente corrupción, el oportunismo, el caudillismo y mesianismo, la carencia de liderazgos alternos, la violencia desatada que acaba con la tranquilidad de los venezolanos, son, entre muchos, elementos que debilitan este proyecto, que aun cuenta con un importante apoyo, de aquellos quienes han sentido en éste el primer gobierno popular.