Supongamos (soy reacio al uso de esta palabra) que dibujamos, escribir es dibujar, las formas gráficas de las consonantes; no hay necesidad de escribir también las vocales. Supongamos además, y déle con el término, que nos proponemos, sin apelar a las vocales, pronunciar todas y cada una de las consonantes escritas del castellano; ¿podría cumplirse con la pronunciación?… Tienes el tiempo que te permiten los tres puntos para dar tu respuesta. ¡Ah! ¡Ya sé! Estás pensando que es muy poco tiempo esos tres puntos. Te entiendo, pero esos tres puntos no son el tiempo; en consecuencia no tienen nada que ver con el tiempo en el cual tú pronunciaras la respuesta. Tómate tu tiempo y el que yo debo esperar para que contestes. ¡Bien! Supongo, entonces, que tu respuesta es igual a la que me venía reservando si me pusieras en el trance de enmendarte, si no lo acertabas. Son impronunciables, ¿verdad? Por este insignificante trance aprendiste porqué a esas formas gráficas se las nombra como consonantes. Consonantes es una palabra compuesta de la preposición “con” y del participio activo del verbo sonar: “sonante”: “con+sonante”: consonante. Esta palabra compuesta conduce a entender que es el nombre más apropiado para unas formas gráficas que representan las formas articuladas de la pronunciación, y que, de otro modo, se harían impronunciables.
Todos los alfabetos de todos los idiomas de las diferentes naciones, se fundamentan para organizar la estructura de sus palabras en ese recurso elemental conocido por nosotros como alfabeto. Esos alfabetos pueden tener un número menor o mayor de consonantes que las que tiene nuestro idioma. Y todas las consonantes en todos los idiomas son pronunciables gracias a
las vocales; hay idiomas, además, que sus formas consonánticas tienen sonidos vocálicos, se pronuncian como si fuesen vocales. Cada idioma, pues, apoya la sonancia de sus consonantes en sus recursos vocálicos. Las consonantes del idioma nuestro hacen uso de la apoyatura de la vocal “e” para que sus consonantes se puedan pronunciar, suenen. En el uso de la vocal “e” nueve consonantes la anteponen y la posponen a su grafía, son ellas: efe, ele, elle, eme, ene, eñe, ere, erre, ese. Ocho consonantes posponen a su grafía la “e”: be, ce, de, ge, pe, te, ve, ye. Recientemente a la tradición de la pronunciación “ve” se le ha impuesto llamarla “uve”. Una vocal pospone la “a”: ka; las vocales “a, e” para la hache; las vocales “e, a” para la ceta; Para la equis, “e, i” y para la jota, “o, a”. Para la “w” debe ser “doble uve”, tres vocales: “e, o, u”. A la proscrita che le corresponde la “e”. Sencillo ¿verdad?