Actitud. Hace algunos años en mi trabajo tuve un jefe, Santiago Trujillo, que siempre nos decía: “En el desierto de la indecisión yacen los huesos blanquecinos de quienes se sentaron a esperar y esperando… murieron”. Desde las más remotas leyendas indígenas que se han hecho historia hasta la más sencilla narrativa de los denominados cuentos de camino o publicitaria, desde siempre, se ha definido a Venezuela como una Tierra de Gracia. Entonces, ¿qué ha sucedido?, ¿por qué el país se consume en la pobreza, precariedad de los servicios públicos y, en la falta de oportunidades para algunos?
Los venezolanos, eternamente, hemos hecho esfuerzos para lograr una capacitación acorde con el desarrollo universal; hemos emigrado a otras latitudes en la búsqueda de los conocimientos necesarios para la superación social y económica del país. Desde zonas remotas, realmente pobres, a veces aisladas, han emergido los hijos de la Patria en pos de una mejor calidad de vida y prosperidad para su familia y descendencia. Hemos demostrado capacidad de trabajo, voluntad y tenacidad en el acontecer diario. Son múltiples las oportunidades en las cuales se ha sabido de personas que han comenzado a trabajar desde niños. Hemos tenido una migración extranjera, que con sus conocimientos marcó el camino de la superación laboral; rompiendo diseños, a veces, sobrepasando esquemas horarios a los que otros se han aferrado y esa voluntad inquebrantable de mejorar cada día más, es recompensada… ¡Siempre!
Pareciera causalidad pero, el número 7 se dice que es cabalístico y, la palabra “actitud” tiene 7 letras las cuales conforman un poderosísimo impacto para lograr el éxito, no es sólo una disposición, está relacionada con la manera con la cual vemos las cosas, nuestro entrono y al mundo; como las percibimos y como reaccionamos. Todo tiene que ver con la “actitud”.
Toda caída nos prepara para la victoria. No es el fin del camino sino un tropiezo en nuestra ruta y los únicos que se estrellan son los que no evitan el tropiezo o no se sobreponen a él. Hay tantas cosas buenas adelante que para lograrlas sólo falta decidirnos y ¡hacerlo!
Es cierto que no podemos controlar todo lo que sucede a nuestro derredor pero nuestras son las decisiones que tomamos y estamos en época que nuestra única perspectiva es el éxito. No podemos seguir esperando a que el tren de las oportunidades llegue a una inexistente terminal debemos correr hacía él y si es necesario construirla. Dice Richard Bach: “Justifica tus limitaciones y realmente la tendrás”.
Mientras, de un viejo proverbio chino se lee: “Quien espera que un pato asado vuele directamente a su boca… continuará esperando durante mucho, mucho tiempo”. El éxito no es algo que debemos esperar, estamos en la obligación de alcanzarlo y, el haber constituido la “Red de Instituciones Larenses”, de por sí, es ya un éxito que de forma inédita hemos logrado, local, nacional e internacionalmente. La colectividad larense confía en la eficiencia, eficacia y sobretodo en la probidad de los integrantes de la Red, a tal efecto habremos de apurar el paso y enfrentar los ingentes problemas que de manera cotidiana enfrenta la sociedad en general; tiene carácter de obligatoriedad en el compromiso contraído. Los desafíos son fácilmente solucionados cuando ya se han vencido y ese, es nuestro objetivo la fe y la voluntad indeclinable de todos y cada uno de los integrantes de la Red debemos consolidarla y preservarla de toda amenaza interna y/o externa que surja en el devenir diario.
Nuestra generación, Lara y, el país nos necesitan; y es por eso que trabajamos venciendo nuestras limitaciones en pro de un futuro mejor que nos inserte positivamente en el escenario mundial para lograr un lugar preponderante en él. Venezuela espera nuestra disposición de contribuir con todo nuestro esfuerzo en su desarrollo conjugando el potencial ecológico y reservas económicas con el conocimiento y capacitación suficientemente probas.