Los vocablos comandante o presidente, utilizados por separado tienen su propio significado, pero cuando se usan como una sola expresión, “comandante-presidente”, la connotación ya varía y pasa a dar una impresión de adulancia y si a ello se antepone el pronombre personal en primera persona “mi”, tenemos algo así como una manifestación de adulancia y servilismo bastante repulsivo para el gusto del venezolano no acostumbrado a estos excesos.
Esta reflexión la hacemos porque hemos observado en los últimos tiempos, cómo la adulancia y el servilismo se han convertido en elementos determinantes para adquirir posiciones importantes en el mundo civil y grados superiores en el mundo militar. Ejemplos muy recientes tenemos. Recordemos los equipos ministeriales en los gobiernos anteriores, sin ánimo de hacerle propaganda a las dictaduras, pero hasta esos regímenes tenían personalidades de alta investidura moral, e intelectual, hasta la más férrea dictadura gomecista tuvo ministros intelectuales.
Recordemos a los ministros de Rómulo Betancourt y Leoni, personalidades que brillaban con luz propia, y, por supuesto, Betancourt no le temía a ese brillo, porque aun así él era lo suficientemente brillante para no dejarse opacar; hoy no sucede eso, cualquier pequeño brillo opaca al actual presidente y eso lo obliga a rodearse de gente opaca, que su único mérito es el rastracuerismo.
Intentemos un pequeño ejercicio mental, recordemos, al azar, nombres de personalidades que tuvieron cargos de relevancia en los cuarenta años de democracia y veremos el grado de preparación de cada uno de ellos: Pérez Alfonzo, Iribarren Borges, Leandro Mora, Osvaldo Álvarez Paz, Arístides Calvani, Pérez Díaz, sólo para mencionar unos pocos porque la cantera de personalidades es interminable. Pero todo esto, lejos de alegrarnos, nos entristece y debe preocuparnos porque quien está quedando mal en el mundo entero es Venezuela. La consigna “con Chávez manda el pueblo” no es más que eso, una consigna vacía. La verdadera debería ser “Con Chávez mandan los mediocres”, “Mi Comandante Presidente”, no existe en ningún texto legal o constitucional, es solo la forma de hacerle sentir más al Jefe la sumisión que sienten ante él.
Así no se gobierna un país, porque gente de estas características siempre estarán prestos a una traición, son personas sin valores morales ni republicanos. Seguramente el Sr. Presidente, llanero de pura cepa, acostumbra hacer su siesta en una hamaca, como el Libertador, es de imaginarse los personajes más cercanos disputándose quien hala con mas destreza los mecates que sostienen dicha hamaca.
