«Cuatro dedos de frente», una aseveración de nuestros ancestros, por supuesto que lapidaria, que, según la apliquemos, nos ayuda a tomar decisiones lo más correcto posible. Era actuar con: «Cuatro dedos de frente».
Entre los más importantes aspectos tenemos: Que había que actuar con prudencia, ser discreto y sensato. Pues bien, esto mismo hace falta para que el sentido común devele las intenciones reales de cualquiera que ose revestirse de líder y salvador de la patria ante la sociedad que vivimos. Pensar, hablar y actuar según Dios espera de ti.
La responsabilidad de los políticos frente al compromiso, aún en el siglo que vivimos, no termina por concretarse. Continúan las promesas y los compromisos de pasillo. ¡No importa! El objetivo es claro. El poder. Priva entonces no sólo la conciencia de estos funcionarios y su nivel de responsabilidad frente al país, sino la del propio pueblo, la del ciudadano común, si sobre todo éste que observa, y siente, como dicen, en carne viva sus necesidades y carencias, en cuanto a los servicios a que tiene derecho a disfrutar como hijo de esta patria.
Insensato, necio e irreflexivo es aquel que cree tener la verdad, hacer creer que la tiene y lo peor es que atesore recursos suficientes como para manejarla a su antojo, frente a la sociedad o mejor dicho frente al que se lo crea. Sólo Dios hecho hombre trabajó con la verdad negándose a sí mismo para finalmente conseguir la gloria. Todo lo contrario. Algunos políticos, afortunadamente son pocos, con «la verdad», consiguen la gloria negando a los demás.
En el mismo orden de ideas, a los líderes de un bando y de otro en los medios de comunicación social. Señores, nadie posee tamaña virtud, y pretender sacar partido de ella, es igualmente irreverente. Temerario el enfrentamiento continuo, que dicho sea de paso, forma parte de la historia de este pueblo. ¿Quién atiende en verdad la incertidumbre del pueblo frente a sus necesidades más inmediatas? La polarización nos ha llevado a la intolerancia frente a los que pensamos diferente, porque eso de crítica constructiva, que recuerdo, en otros tiempos era aceptada con generosidad, desapareció del mapa venezolano hace mucho.
No es fácil escuchar, menos aceptar que se está equivocado, menos aún, si tales críticas vienen supuestamente del lado opositor. Pero, ¿acaso las leyes, decretos, políticas, y medidas que se ha puesto en ejecución, son infalibles? En la medida del crecimiento de la población, las instituciones están en el deber de actualizar sus recursos y reevaluar sus políticas, de lo contrario se corre el riesgo de la anarquía por falta de control.
Pues bien, la polarización cambió radicalmente la función de los medios de comunicación social, una vez trastocado su ética y su objetividad. Las noticias que escuchamos nos producen confusión. No existe claridad, menos imparcialidad. Con o sin razón, los medios de comunicación social venezolanos, tomaron el brazo ejecutor frente a los supuestos desvaríos políticos del gobierno. Jamás se habría uno imaginado: «La función Contralora desvirtuada de los medios de comunicación social».
A propósito de desvaríos políticos, es tiempo de comenzar a interpretar mejor el lenguaje y el sentir del pueblo venezolano, y dejar al margen conductas pasadas que rayan en el tercermundismo y el doble discurso de algunos líderes, frente a realidades y carencias de más de cincuenta años. Es determinante, para el proceso electoral del próximo 7 de octubre de 2012, rescatar el interés de los votantes, pero también la prudencia en las promesas, porque lo que necesitamos urgente es voluntad de servicio y pasión en la solución de los problemas colectivos. Demostremos que somos capaces de tener y mantener un país en paz, de bienestar y progreso.
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