“¿Qué culpa tenemos nosotros los transportistas de que esa gente no haya recibido cabillas para poder seguir trabajando? No es justo que nos obliguen a perder horas por algo con lo que tenemos arte ni parte”.
Expresiones como estas se escucharon durante la mañana de este miércoles en el sector El Pescadito, kilómetro 12 de la intercomunal Barquisimeto-El Rodeo, por parte de conductores de camiones, gandolas, busetas, autobuses y de vehículos particulares que permanecían detenidos en ese lugar a consecuencia de una protesta más por parte de los obreros de la edificación universitaria que el gobierno nacional construye en el barrio Bolívar, al oeste de la ciudad.
El cierre de tan importante vía se inició a las seis de la mañana cuando un grupo de trabajadores de la obra colocaron cauchos viejos y restos de árboles impidiendo la circulación de todo tipo de vehículo en ambos sentidos.
Eliécer Terán y Néstor Requena, dos de los líderes de la manifestación explicaron que el Presidente de la República, luego de anteriores protestas, aprobó un punto de cuenta por 240 millones de bolívares para la obra, con lo que se garantizaba empleo para 350 obreros, pero en la actualidad apenas están contratados 32, suma por demás insignificante.
“Los recursos llegaron pero ahora faltan llas cabillas de cinco octavos y de media que fueron pagadas a Sidor hace dos meses y por eso la empresa no contrata al personal necesario para que avance la obra”, explicó Terán.
Indicó que, de acuerdo al proyecto, la universidad Alma Máter debió haber sido concluida el año pasado y actualmente sólo han construido un cinco por ciento.
Dijo que unos 500 padres de familia permanecen desempleados a la espera de que se reanuden los trabajos para llevar el sustento a sus hogares.
En la cola permanecían los numerosos vehículos, livianos y pesados, con sus conductores y demás ocupantes impacientes, esperando la llegada de alguna autoridad para que se levantaran los obstáculos.
Mientras tanto, los motorizados hacían “su agosto” trasladando personas de un lado a otro para que pudieran abordar los colectivos y continuar sus viajes hacia Barquisimeto, Quíbor, El Tocuyo, Humocaro, Guarico, Cubiro, Sanare y otras, aunque los que iban más lejos estaban resignados a esperar.
“¿Qué culpa tenemos nosotros?”
José González permanecía frente al volante de su camión cargado de alimentos para animales.
“Yo vengo de Duaca y me dirijo a Mérida. Salí de madrugada para llegar temprano y me encontré con esto; ahora no sé a qué hora llegaré”, dijo resignado.
“No es justo que nosotros, que no tenemos nada que ver con el problema, tengamos que pagar los platos rotos de otros”, dijo por su parte otro transportista que también viajaba hacia Mérida procedente de Bejuma.
No es la primera vez que padece por el cierre de la intercomunal en El Pescadito.
“Mire, cuando uno pasa del pescadito está feliz porque siempre hay trancas que le hacen perder a uno el tiempo. Hoy no sabemos a qué hora podremos seguir el viaje”, agregó.
En la cola también estaban varias busetas, autobuses y carritos con sus pasajeros hacia destinos como Carora, Maracaibo, El Vigía o Valera, en el occidente, o San Felipe, Valencia, Maracay o Caracas, en el centro.
Algunos de sus pasajeros, ante la larga espera, bajaban en busca de refrescos, agua o algo que comer en los establecimientos comerciales cercanos.
Otros conductores aprovechaban la parada obligatoria para “echarse un camarón”, pero sin retirarse del volante con la esperanza de que en cualquier momento podrían reanudar su viaje.
“No podemos hacer nada sino esperar con paciencia porque esa gente no deja pasar a nadie y es mejor no meterse en problemas”, dijo José Rodríguez.
Mientras ambas colas crecían, los manifestantes esperaban la llegada de algún funcionario con soluciones al problema que originó la protesta, la falta de cabillas, lo que nunca ocurrió.
Fotos: Luis Salazar