Para quien es frecuentemente portada de revistas, imán de flashes fotográficos y foco de atención mediática global, detrás de la etiqueta de «estrella de cine», ir mas allá de ese rol, «vacilárselo» o utilizarlo para otros fines, no deja de ser cosa grata y reconfortante, especialmente ante la avalancha de artistas que apenas al disfrutar de un ápice de fama, se desploman en la inmadurez y superficialidad del derroche, en los vicios o las malas mañas.
George Clooney, consciente de los miles de titulares y fotografías de primera plana que producen sus películas, pareciera aspirar a utilizar dicha atención global para enviar un mensaje, su mensaje. Y su mensaje parece decir «la política es demasiado importante para dejársela a los políticos. Hay causas, situaciones, realidades, lejanas de los temas del momento, que también son importantes porque involucran a la gente».
Llegado el punto y el kilometraje recorrido en sets de cine y filmación, Clooney ha demostrado su interés por el tema del poder, la política y de cómo su influencia puede cambiar la vida de las personas. Con la película «The ides of March» (Los idus de Marzo, 2011) ha demostrado que además de actuar, sabe dirigir y hacer películas con muy buen tino.
El largometraje, basado en la obra teatral de Grant Heslov, narra la ficticia historia del gobernador de Pennsylvania Mike Morris, quien se enfrenta en el año 2008 en unas decisivas elecciones primarias a otro candidato para lograr la nominación presidencial del partido demócrata a la primera magistratura de Estados Unidos.
Clooney se centra en los responsables de la campaña electoral de los contendientes demócratas, para desarrollar un argumento que se muestra al inicio con un tono esperanzador y motivador, pero que luego nos revela los oscuros intereses, el juego de apariencias y sobre todo los límites a los que puede llegar el ser humano para saciar sus ambiciones. Dato curioso a recordar: el desgastante enfrentamiento entre el entonces senador Obama y la senadora Clinton en una pelea a cuchillos y bien cerrada por la candidatura demócrata, y la amenaza de división de la base electoral de dicho partido justamente en el año 2008. Pero, obviamente, es solo un comentario, faltaba más tanta coincidencia ¿No?
Como bien la ha definido el crítico de cine Carlos Boyero, «Los idus de Marzo es un retrato implacable de las apariencias, de la inevitable corrupción y el civismo arrogante que alimenta a la maquinaria política.» (El País, 01-09-2011). «Los idus de Marzo», frase que señala el decimoquinto día del mes de marzo según el calendario romano, le permite al Clooney director mostrar las paradojas y contrastes a los que se enfrentan los seres humanos con ambición de poder. Puedes ser muy idealista, esperanzado en la bondad de las personas, que siempre llega un punto en el cual, la realidad te muestra la verdadera esencia de la gente, oscura y retorcida, es el mensaje que emerge entre los diálogos del film.
No se trata la película de un panfleto visual en contra de la política o de los políticos, o de una burda generalización del ejercicio político como inevitable o inexorable práctica corrupta. Muestra más bien Clooney la pérdida de la inocencia de un talentoso asesor político-electoral, que debe sobreponerse a su decepción por lo que ha visto y que debe volverse un ser más maquinador y desalmado que quienes aspiran a sacarlo del juego, para triunfar y prevalecer.
La película, ciertamente, exhibe cómo funcionan los engranajes de la política yanqui, el papel fundamental de los medios, el «show» que ello supone, su manejo y administración, y los códigos de conducta y ética que el bipartidismo demócrata-republicano ha establecido en su concepción de la democracia en la tierra del Tío Sam.
La sordidez y decepcionante pesimismo que se deja colar como colofón argumental de «Los idus de Marzo» en contra de la política (o de una forma de hacer política cabría decir), contrasta en todo caso con el activismo político del actor fuera de cámaras a favor de ONG´s que han denunciado el genocidio en Sudán, o la lucha por la libertad en varias partes del mundo. Su foto esposado luego de una protesta ante la embajada de Sudán en Washington, su reunión con Obama, y sus declaraciones sobre otros temas, parecen marcar una distancia, con el ácido mensaje de la película.
Más allá de cualquier ficción argumental o truculencia real en carne y hueso, el bienestar común a través de la construcción de consensos sigue vigente como objetivo último de la función pública. Pareciera que al igual que mucha gente, la política según George Clooney no se limita a un set, y está algo lejos de las cámaras y reflectores, y mas cerca de la calle, de la gente, con menos retórica y más acción. Aventuro una palabra que pudiera resumirlo: compromiso. Escaso…pero necesario e indispensable hoy más que nunca.
@alexeiguerra