Contrario a lo que pudiera pensarse, o más bien desearse, las presiones inflacionarias en Venezuela continuarán.
Hay una combinación de elementos que impiden observar posibilidades reales de combatir este problema que afecta a todos los venezolanos.
Dependencia en las importaciones para cubrir el consumo interno, año electoral en el que la cantidad de dinero circulando en la calle será abrumador, ineficiencias en los sistemas de distribución de alimentos, control de precios que generan escasez (y mercados paralelos), y control cambiario (con las consecuencias que todos los controles generan). Esta es la combinación «perfecta» para que los precios sigan subiendo.
La estructura anterior con todas sus ineficiencias, y consecuencias adversas en términos inflacionarios, puede ser sostenida a partir de altos precios del petróleo. En tal sentido, valdría la pena preguntarse acerca de las perspectivas de dichos precios en el futuro próximo.
De acuerdo a Nouriel Roubini, quien fuera uno de los pocos economistas en el mundo que predijo la reciente crisis financiera global, el precio del crudo continuará en niveles superiores a los 100 dólares por barril, con tendencia a seguir subiendo más que a disminuir. ¿La razón? Los conflictos en el Medio Oriente, tensiones entre Irán e Israel (y Estados Unidos), guerra civil en Siria, asenso al poder de grupos radicales en Yemen que atenten contra la seguridad de Arabia Saudita, son algunos de estos conflictos.
Con este escenario en mente los riesgos financieros en Venezuela disminuyen, en una entrevista reciente el equipo de la firma Econométrica planteaba que el país entraba en riesgo de «quiebra» con precios del petróleo promedio del año en torno a los 50 dólares por barril. Siendo esto así, y tomando en cuenta que el 2012 es un año electoral de gran importancia, no parecen haber incentivos para que el Gobierno Nacional replantee su «política económica»; por el contrario, es probable que la profundice en cuanto a inyectar más dinero a la economía. Esto último, hará que las personas tengan más dinero disponible, creando tal vez una sensación de bienestar, lo que generará una mayor demanda de bienes y servicios, los cuales al no poder ser ofrecidos en las cantidades requeridas aumentarán la presión inflacionaria.
Este es el punto en el que se encuentra entrampado el Gobierno Nacional, y la solución que ha tratado de aplicar es controlar los precios y establecer sistemas de distribución paralelos (supermercados, programas, etc.). El primero no dará resultados dada la imposibilidad de controlar los mercados paralelos, y el segundo tampoco logrará sus objetivos dada la ineficiencia y corrupción que ya se ha observado. ¿La consecuencia? Mas inflación.
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