Chávez tiene mala suerte. Los poquísimos hechos positivos de su «revolución socialista» o «bolivariana» no han sido de su provecho, sino, muchos de ellos, de la oposición. Uno de esos hechos positivos producidos últimamente es el surgimiento de personajes de gran importancia, con una novedosa imagen, pero no entre los seguidores del chavismo, siempre los mismos, sino entre los grupos opositores. Con frecuencia los chavistas señalan una presunta falta de líderes en la oposición, pero son ellos quienes carecen de liderazgo. Si algo ha prevalecido en los predios del chavismo es la mediocridad, rasgo negador del verdadero líder.
En la oposición, en efecto, cada día aparecen figuras señeras, verdaderas revelaciones en el tétrico panorama político actual de nuestro país. Una de ellas, con toda justicia elogiada en las últimas semanas, es la Dra. Teresa Albanes. Extraordinaria mujer hasta el presente ajena al mundillo de la política, que se ha revelado como un ser realmente excepcional, fuera del terreno, nacional e internacional, de la protección a la infancia desvalida en que durante tanto tiempo se había desempeñado.
Diferente es el caso de Ramón Guillermo Aveledo, quien tuvo en el pasado una relevante actuación pública, hasta alcanzar la presidencia de la Cámara de Diputados. Después se retiró de toda actividad política, ocupándose de otras cosas, como la gerencia deportiva, ejercida con reconocida eficiencia. Cuando se suponía, y se lamentaba, lo que parecía un retiro definitivo, surge inesperadamente con excelsa madurez como el hombre clave en el proceso de unidad de la oposición democrática.
Aún más diferente es el caso de Henrique Capriles. Este es el ejemplo perfecto del gran triunfador, así como de la auténtica vocación política, que se manifiesta desde muy temprano y que él ha venido ejercitando con dignidad, con honradez y con una inmensa capacidad de trabajo y de lucha. Se trata, efectivamente, de un triunfador que no debe sus éxitos al azar o a factores de otro tipo, sino a su constancia y a su inteligencia en el abordaje de los problemas que su actividad le va planteando.
Fuera de la política también hay revelaciones. Es el caso de la Dra. Blanca Rosa Mármol de León, la magistrada del Tribunal Supremo de Justicia que lleva ese nombre con todo derecho, porque a diferencia de los demás ha mantenido una actitud independiente y decorosa, ante el férreo control que Chávez ha ejercido sobre el poder judicial. Ella fue mi alumna en el Liceo Andrés Bello, y dije una vez, y hoy repito, que es una de esas alumnas que, andando el tiempo, hacen que uno se sienta orgulloso de haberla tenido como tal.